Biblioteca Harley-Davidson

Imprescindible contrapeso

La única manera de que ningún hombre deba temer a otro es conseguir que los poderes del Estado se contrapesen unos a otros

Es evidente que el título genérico de esta sección tiene la voluntad de mezclar libros con gasolina. No para quemarlos, por supuesto; sino para recordarnos que los mejores libros de la historia ejercen durante siglos como combustible imprescindible del pensamiento. Traemos hoy pues a esta columna un libro de ese tipo, muy adecuado a la actualidad presente de nuestro país. Se trata de «El espíritu de las leyes» de Montesquieu.

Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, publicó en 1748 este compendio de las observaciones que había recopilado sobre el uso de las leyes durante los casi sesenta años de su vida. Le dio forma de ensayo y lo tituló «De l’esprit des lois». En ese lustro impagable del siglo dieciocho, dio la casualidad de que enfrente, cruzando el canal de la Mancha, existiera otro coloso intelectual llamado David Hume, que en pocos años publicaría sus «Discursos Políticos» de 1752. Entablaron ambos una enriquecedora correspondencia. Un francés y un inglés (el corazón de Europa, no nos engañemos) arribando conjuntamente a la conclusión de que la única manera de que ningún hombre deba temer a otro es conseguir que los poderes del Estado se contrapesen unos a otros. Ese es el cimiento moral de la actual Europa, puesto a prueba primero en Estados Unidos por los padres de la Constitución americana y, a continuación, en todas las sucesivas imitaciones que se extendieron por todo el mundo.

El libro de Montesquieu fue pronto incluido en el índice de libros prohibidos porque los políticos de la época aspiraban a todo lo contrario: a controlar todos los poderes del Estado para hacer con ellos lo que quisieran. ¿Les suena de algo?

La prohibición no pudo con Montesquieu. Como tampoco ahora podrá ninguna interdicción, connotación o propaganda que quiera impedir a los jueces hacer libremente su trabajo. Defendámoslos como europeos que somos.