Sin Perdón

El inquietante autoritarismo de Sánchez

«Un político que desprecia los usos y costumbres de una democracia no merece gobernar»

Como es lógico, seguí con enorme interés la entrevista que concedió Sánchez a Pepa Bueno en su primer día al frente del telediario de la noche en la televisión que controla el Gobierno, ya que el Consejo de Administración está dominado por una abrumadora mayoría de fieles sanchistas. Es triste reconocer que Sánchez se comportó como un auténtico autócrata, ya que debe pensar que los españoles tenemos que estar agradecidos porque sea el presidente del Gobierno. El anuncio de que seguirá gobernando, aunque le tumben los Presupuestos, confirma su visión despótica del ejercicio del poder. Las elecciones le parecen una pérdida de tiempo, ya que sabe muy bien qué es lo que más le conviene a España. No podemos entretenernos con una tontería como son unos Presupuestos o en disolver las Cortes en el caso de que no consiga aprobarlos. Lo normal sería que sus socios y aliados pidieran inmediatamente su dimisión. Ni siquiera tendría que hacerlo el PP. La entrevista me reafirma en la idea de que está tan agotado como acabado. No importa que aguante hasta el final de la legislatura, porque no hay ningún proyecto viable más allá de la simple supervivencia.

Un político que desprecia los usos y costumbres de una democracia no merece gobernar. Es cierto que los constituyentes no incluyeron la disolución automática si no se presentan los Presupuestos o son derrotados, porque es la práctica habitual en cualquier democracia. El nivel de excentricismo en que nos ha situado Sánchez reside, precisamente, en esta anomalía. No solo no se siente obligado por lo que exigió a Rajoy, sino que cuestiona el propio sistema democrático con su comportamiento. La Constitución es nuestra ley de leyes que da sentido a nuestro ordenamiento. Por ello, es fundamental cumplirla y, cuando no se está de acuerdo, cabe la posibilidad de impulsar una reforma. La realidad es que una coalición de izquierda radical como la actual puede gobernar con el único problema de buscar apoyos parlamentarios. Lo que demuestra la entrevista es que no los tiene, pero que no le importa, porque tiene dinero y capacidad de endeudamiento para aplicar sus políticas incumpliendo el mandato constitucional de presentar unos Presupuestos y las convenciones propias de un régimen parlamentario de disolver las cámaras si no consigue su aprobación.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)