
Mar en calma
Irremplazables
La IA jamás ha de convertirse en el refugio de un adolescente que se encuentra solo o aislado
La tragedia de Adam Raine, un adolescente californiano de 16 años que se quitó la vida tras conversaciones con ChatGPT como confidente, abrió un debate al que llevo meses dando vueltas. Concretamente desde el momento en que escuché: «Solo me siento escuchado y comprendido plenamente en mis interminables charlas con ChatGPT». Me quedé estupefacta. En psicología no es tan determinante interactuar con la IA, videojuegos, libros, series… como la manera en la que ello impacta en nuestra vida real. El riesgo está en que, en muchos casos, es un uso que desplaza o sustituye la verdadera vida social que es la que nos blinda ante situaciones que hacen tambalear nuestra salud mental. La familia de Adam aduce que dicha herramienta no disuadió al joven de sus intenciones y que le proporcionó además un método detallado para suicidarse. Denunciaron que se priorizó el crecimiento del producto sobre la seguridad de menores. La compañía OpenAI, dirigida por Sam Altman, anuncia «actualizaciones significativas» para reforzar la seguridad, especialmente para los usuarios más jóvenes.
El caso de Adam es una llamada de atención a padres, educadores, empresas tecnológicas y legisladores. Todos tenemos la responsabilidad de explicar a los menores las reglas y condiciones, poner límites claros y ofrecerles un apoyo real irremplazable. Nadie duda que la inteligencia artificial es una gran aliada en muchos aspectos de la vida profesional e incluso personal. Ayuda a mediar, encontrar soluciones a problemas cotidianos con mesura y creatividad, pero jamás ha de convertirse en el refugio de un adolescente que se encuentra solo o aislado. El uso del ChatGPT puede causar problemas cuando reemplaza las relaciones humanas, genera aislamiento social, dificulta mantener amistades, pareja… o debilita vínculos familiares.
Nuestra energía jamás podrá ser sustituida por nadie ni por nada porque «somos reemplazables en lo que hacemos, no en lo que somos. Lo que tú haces, lo puede hacer otra persona, pero lo que tú eres y transmites, no».
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