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Jóvenes anti-impuestos

La percepción juvenil de que el Estado los empobrece no es fruto de la propaganda liberal, sino de su experiencia directa: pagan mucho más de lo que reciben y, además, las prometidas pensiones futuras son lejanas e inciertas

Según el Instituto de Estudios Fiscales, organismo dependiente del propio Ministerio de Hacienda, casi un tercio de los jóvenes españoles cree que viviría mejor sin impuestos. No lo dice ningún think tank liberal, sino un ente oficial bajo un Gobierno socialista.

El dato procede de la última encuesta sobre opiniones y actitudes fiscales en España: entre los encuestados de 18 a 24 años, un 68% sostiene que Hacienda cumple una función necesaria para la sociedad, algo esperable en un país donde el estatismo es dogma incuestionable. Pero lo sorprendente es que un 31,6% respalda la idea de que sin ningún impuesto todos viviríamos mejor. Entre los 25 y 39 años, la cifra apenas se reduce: un 30,6%. Es decir, casi un tercio de los menores de 40 años comparte esa percepción.

A partir de ahí, el porcentaje cae en picado: 22% entre 40 y 54 años, 17% entre 55 y 64 y apenas un 10% entre los mayores de 65. ¿Significa eso que los libertarios hemos logrado adoctrinar a la juventud en el anarcocapitalismo? Por desgracia, no. La explicación es más sencilla: el sistema fiscal español expolia a los jóvenes y subsidia a los mayores.

El último informe de FEDEA sobre redistribución de la renta en España lo deja claro. Los hogares con cabeza de familia entre 30 y 40 años pagan, de media, un 40% de sus ingresos en impuestos. A cambio, reciben en servicios públicos –sanidad, educación, transferencias monetarias– el equivalente al 21-22%. Resultado: un expolio neto del 18%. Entre los menores de 30 años, la pérdida ronda los 14 puntos.

En cambio, los mayores de 65 pagan apenas un 22% de sus ingresos y perciben subsidios que equivalen a entre el 72% y el 93%. En muchos casos, casi todos sus ingresos provienen del Estado. El motor (casi único) de la redistribución en España es obvio: el sistema público de pensiones. Quien aún no cobra pensión sale perdiendo, quien ya la cobra sale ganando.

La percepción juvenil de que el Estado los empobrece no es fruto de la propaganda liberal, sino de su experiencia directa: pagan mucho más de lo que reciben y, además, las prometidas pensiones futuras son lejanas e inciertas.

Por eso, lo llamativo no es que un tercio de los jóvenes piense que sin impuestos viviría mejor. Lo llamativo es que todavía dos tercios sigan sin pensarlo.