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Laberinto

Porque una ley dice que el género determina la violencia, por naturaleza. Pero la otra asegura que es posible cambiar de género, a pesar de la naturaleza…

El ejemplo de la señora Milan, persona transgénero que hace poco era un señor de casi dos metros de eslora condenado por maltratar a sus novias, ha puesto en evidencia cómo la Ley Trans impide que se cumpla la «Ley Contra la violencia de género». Ambas generan dudas, ofrecen resquicios jurídicos que pueden hacer peligrar el primer objetivo de cualquier mandato legal: impartir justicia. Cuando un maltratador, ya condenado por ese delito, cambia de género, ¿qué ley se le aplica, y cómo? Si se sanciona el maltrato (Ley contra la violencia de género), no parece que pueda imponerse también para el maltratador convicto la ventaja de ser «transgénero» que implica la Ley Trans. Mientras que, si la Ley Trans favorece al maltratador procesado, ¿el delito cometido podría verse afectado por alguna indulgencia de dicha Ley Trans? ¿Hay que juzgar a la persona que cambia de sexo como si fuera dos sujetos de hecho y de Derecho, uno durante un determinado espacio temporal de su vida, y otra persona el resto de su existencia? Así, los delitos cometidos en un tiempo determinado no serían responsabilidad de (la misma persona) a partir de un momento dado.

Me parece un asunto fascinante. No solo jurídico, sino existencial. En la historia de la humanidad, nunca antes se habían producido hechos tan sugestivamente indescifrables, promovidos por legislaciones que prometen generar derechos mágicos a partir de los impulsos del deseo. Entonces, ¿cuál de las dos leyes prevalecerá en caso de mezclarse parámetros que afecten a ambas legislaciones, tan diferentes, en una misma persona a quien una ley considera víctima «per se» y la otra presunta culpable…? Porque una ley dice que el género determina la violencia, por naturaleza. Pero la otra asegura que es posible cambiar de género, a pesar de la naturaleza… Un panorama legal inédito: leyes que se contradicen entre sí, que se anulan entre ellas, que generan conflictos y enredos jurídico/existenciales que las propias leyes son incapaces de resolver. Leyes a semejanza de sus legisladores. El signo de los tiempos. Laberinto de pasiones judicial, filosófico. Mercado legislativo.