El buen salvaje
La legislatura en la que se inventó el sexo
Estas chicas, que parecen las del PREU de Karina, son así como mariliendres de ligarse a un peluquero gay que luego se hace bisexual
En 1990, la doctora Elena Ochoa a través de la primera cadena de TVE, la más vista porque por aquel entonces empezaron a emitir los canales privados, arrancaba uno de sus tantos programas de «Hablemos de sexo» con la masturbación de asunto del día. Ochoa, hoy «fashion chic» afincada en Londres, practica sus enseñanzas con Norman Foster. Entonces, iba de traje con falda recta y chaqueta de hombreras, muy empoderada, aunque se diría de otro modo. Ángela Rodríguez, Pam para las amigas, secretaria de Igualdad, número dos de Irene Montero, acababa de nacer en Pontevedra, octubre de 1989. La ministra contaba con dos añitos: llegó al mundo que tanto odia un poco antes, en febrero de 1988. Sus madres, sus tías, sus vecinas, igual se engancharon al programa de Narciso Ibáñez Serrador, al igual que nuestras abuelas no se separaban del transistor por las tardes para oír «Lucecita». Ellas, sin embargo, creen que son Adán, Eva, la manzana y la serpiente, que crearon el mundo en siete tardes y ahora han de extender la buena nueva en forma de campaña publicitaria de casi tres millones de euros y escaso gusto. En 1990 Victoria Abril se masturbaba en la bañera con un submarinista de juguete que encontraba el tesoro sumergido de la actriz en «Átame», de Almodóvar. La película no se retiró de las salas; entre otras cosas porque, aunque no lo crea Irene Montero, nadie se escandalizó. ¡Almodóvar venía de contar la historia de una monja lesbiana y yonqui!
Estas chicas, que parecen las del PREU de Karina, son así como mariliendres de ligarse a un peluquero gay que luego se hace bisexual, creen que han inventado la operación de fimosis y el consolador, del que se tiene constancia en yacimientos cavernícolas más civilizados que sus anuncios en los que una nueva Venus de Willendorf muestra sus encantos con expresión de yo soy la puta ama, que no quiere decir que sea puta, a ver, pero ellas me entienden.
Tres millones de eurazos para reiterar a las españolas que no han de tener un cuerpo normativo, como la propia Pam, si bien la delgadez del chico me recuerda a cuando el que escribe comía potaje de garbanzos y no engordaba, que digo que los varones (dandy) tampoco hemos de tener un físico de anuncio de colonia para disfrutar del sexo, o sea, para la siguiente vez pongan a uno con barriga, que no es patrimonio femenino. Y además, ¿para que sale un hombre si te parece escandaloso que las mujeres, Pam, bonita, prefieran la penetración al onanismo?
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