Parresía

¿Leyes estrella... o estrelladas?

De todos es sabido que Irene Montero no pedirá perdón, ni dimitirá, ni Pedro Sánchez puede dejar de contar con ella, si pretende agotar la legislatura

Esta semana, media España se lleva las manos a la cabeza por el escándalo de los arbitrajes supuestamente comprados, con el Barça como protagonista. La historia promete crecer, aunque ya no pueda haber sanción deportiva para el club azulgrana, porque el asunto ha prescrito.

Yo me pongo del lado de esa otra mitad de españoles que comentan, atónitos, los efectos de la ley sí es sí, que también son irreversibles. Cada día que pasa, aumenta el insoportable goteo de violadores beneficiados por una norma que supuestamente nació para proteger a las mujeres. Nada más alejado de la realidad. Ya tenemos a medio centenar de ellos en la calle, con el consiguiente estupor de sus víctimas y la indignación de millones de potenciales votantes. Cuando por fin la ley se reforme, ya sabemos que más de medio millar de agresores sexuales habrán visto rebajadas sus respectivas condenas, pase lo que pase.

Si de aquí a las elecciones de mayo alguno de esos individuos ya excarcelados reincide, asistiremos al suicidio definitivo de Podemos y, de paso, al descalabro del PSOE en las urnas.

La reforma de la Ley del solo sí se está convirtiendo en el gran talón de Aquiles de este Gobierno de dos almas, que exhibe a diario sus crecientes desacuerdos (no importa cuándo leas esto).

De todos es sabido que Irene Montero no pedirá perdón, ni dimitirá, ni Pedro Sánchez puede dejar de contar con ella, si pretende agotar la legislatura. Convendría, por tanto, que PSOE y Podemos lleguen a un consenso cuanto antes. O que Sánchez deje de lado la soberbia y se apoye en esas formaciones de la oposición que le tienden la mano.

Culminamos la semana de la aprobación de otras leyes «estrella» de la ministra de Igualdad, igualmente controvertidas. Tanto la reforma de la ley del aborto como la ley Trans se han aprobado, a pesar de sus agujeros negros. Tanta precipitación puede desencadenar fácilmente en escenarios similares a los que nos estamos encontrando con el sí es sí. Y en el caso de la ley Trans, se añade al problema una fractura inédita en el feminismo. La ex vicepresidenta Carmen Calvo absteniéndose, una vez más, en la votación final en el hemiciclo solo hace daño al sanchismo, que últimamente decide mostrarnos a un Pedro Sánchez más humano, jugando a la petanca, hablando del salario mínimo con un par de jóvenes mileuristas, jugando al baloncesto en silla de ruedas… Protagonizando unos cuantos vídeos facilones junto a unos personajes que, en realidad, son figurantes de su partido. Demasiado marketing equivocado en el peor momento posible.