El canto del cuco
Las listas
En las listas populares se observa, sobre todo, un respeto a las autonomías regionales, un notable pluralismo y una recuperación de figuras valiosas
Uno de los momentos críticos en la vida de los partidos es el de hacer las listas electorales. En un sistema de listas cerradas y bloqueadas como el español, la confección de las mismas mide y normalmente potencia el poder del líder y el grado de sumisión de los elegidos. Los que figuran en la lista «en puestos de salida», o sea, en los primeros puestos con probabilidad de salir elegidos, le estarán profundamente agradecidos. Por el contrario, los que quedan fuera del reparto pregonarán su rencor por las esquinas y se convertirán en elementos disgregadores dentro de la organización. De ahí la importancia y complejidad de acertar en la selección sin perder el equilibrio. El mayor castigo de un político es verse borrado de la lista.
Aparte de ser el momento de repartir premios y castigos y de perfilar el futuro núcleo incondicional del jefe, sea en el gobierno o en la oposición, se trata de elegir a candidatos que representen las «distintas sensibilidades» que hay dentro del partido y también a los que tengan más capacidad de atraer a los variados sectores de votantes. Es, como se ve, una tarea laboriosa y delicada, de orfebrería política fina, de la que puede depender el éxito o el fracaso de la noche electoral y, en caso de derrota, provocar el alzamiento de los descartados con los cuchillos en la boca.
En la ceremonia obligada de la presentación y aprobación de las listas, ha habido más problemas en el PSOE que en el PP. La destemplada ausencia el sábado en el Comité Federal de destacados «barones» socialistas –Lambán, Barbón, Page…–, disconformes con la intromisión de La Moncloa en sus territorios respectivos y molestos con el propio Pedro Sánchez, que aún no ha hecho autocrítica por la derrota, revelan un mar de fondo en el partido centenario en vísperas de las urnas. Es lo contrario de lo que ocurre en el Partido Popular de Feijóo, que navega por un mar en calma. En las listas populares se observa, sobre todo, un respeto a las autonomías regionales, un notable pluralismo y una recuperación de figuras valiosas. La prudencia del político gallego y la evidente moral de victoria facilitan el buen ambiente. En cuanto a Sumar, que es la novedad de este año, una coalición de más de quince partidos, que ha dejado fuera de la lista a Irene Montero, la ministra del «Sí es sí», compañera de Pablo Iglesias, parece una aventura personal de Yolanda Díaz, la comunista teñida. A ver si dura el invento o estalla pronto como un castillo de fuegos artificiales.
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