El bisturí

Las luchas cainitas de la izquierda

La fragmentación puede llevar en volandas a Alberto Núñez Feijóo al poder

Las luchas cainitas han cavado siempre la tumba de la izquierda en España. George Orwell, pseudónimo con el que el escritor británico Eric Arthur Blair hizo las delicias de millones de lectores y pasó a la historia de la literatura universal, caricaturizó a la perfección las miserias de esta ideología en dos obras maravillosas ampliamente difundidas, Rebelión en la Granja y 1984, pero en otro libro quizás menos leído aunque no menos soberbio retrató con precisión de cirujano y alma de cronista el enfrentamiento que acabó en desastre entre comunistas y anarquistas durante la Guerra Civil: Homenaje a Cataluña. Empotrado como reportero en el decisivo frente de Aragón, Orwell da cuenta de una guerra dentro de una guerra, de una pugna fratricida que derriba el mito de que hay dos Españas cuando en realidad siempre han sido tres: una encarnada por la derecha y otras dos en el bando opuesto, todas ellas en permanente pugna entre sí. Con un estilo ágil y realista, no muy del gusto, eso sí, del historiador Paul Preston, el escritor narra la tensión dentro del frente entre el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) y el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) o, lo que es lo mismo, entre los anarquistas y los comunistas, dos movimientos políticos en apariencia similares pero difícilmente conciliables. Los unos querían hacer primero la revolución y después ganar la guerra. Los otros postulaban centrarse primero en finiquitar la contienda para acometer después la revolución. Esta refriega se saldó con la victoria de los segundos, pero fracturó del todo la izquierda y allanó el paso a las tropas nacionales en su camino hacia Barcelona.

Las luchas de ambos bandos se repiten hoy, salvando las distancias, en las semanas previas a las municipales y autonómicas, con dos contendientes en liza: por un lado, Unidas Podemos, un partido desgastado en el que Pablo Iglesias intenta seguir siendo el titiritero que mueve los hilos de Ione Belarra e Irene Montero, y por otro Sumar, la plataforma a la que la rebelde Yolanda Díaz trata de revestir de un barniz de modernidad y de eficiencia gestora utilizando como reclamo su paso por el Gobierno y su participación en asuntos como la subida del salario mínimo y la contrarreforma laboral. Huelga decir que son los mismos perros pero con distintos collares. Tras su paso por el Ejecutivo, los unos no sólo no han hecho la revolución, sino que además van a perder también la guerra. El desastre de la ley del sólo sí es sí, de la ley del bienestar animal, y el doble rasero de sus dirigentes viviendo como una casta a la que decían querer derrocar les han invalidado a ojos de los ciudadanos, en una tendencia que ya acabó con su líder, Iglesias, fuera de la escena política. Los otros, los de Yolanda Díaz, son la versión dulcificada de los primeros, una suerte de izquierda blanqueada que da el pego, quizás más preparada, que predica el pan para hoy aunque suponga hambre para mañana, pues los efectos perversos de las medidas adoptadas por la ministra no tardarán en ser visibles en la economía. Y mientras, la otra izquierda, la del PSOE, asiste atónita al enfrentamiento, sabedora de que la fragmentación puede llevar en volandas a Alberto Núñez Feijóo al poder, como sucedió en el libro que con tanta maestría escribió George Orwell.