Mar en calma

Madres

«Las madres son el antídoto más fuerte para el individualismo... las que más odian la guerra, las que atestiguan la belleza de la vida (…) las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral».

Este domingo celebramos el Día de la Madre y el Club de Malasmadres («madres con mucho sueño, poco tiempo, alergia a la ñoñería y ganas de cambiar el mundo») se cuestiona si realmente estamos abordando las necesidades reales de la maternidad. Aseguran que el 85% de las mujeres se ha sentido sola desde que se convirtieron en madres, principalmente debido a la falta de apoyo para conciliar responsabilidades. Apuestan por la corresponsabilidad social en el cuidado y la crianza.

El informe «Sin Madres no hay futuro» destaca la urgencia de sentirse acompañadas en la maternidad y cuestiona la efectividad de las políticas públicas. Se preguntan si son suficientes los recursos necesarios para criar y cuidar, y si las leyes garantizan que las mujeres no tengan que renunciar a sus carreras por el hecho de ser madres.

En este Día de la Madre, sería más beneficioso sustituir los regalos materiales por un compromiso real de apoyo y reconocimiento hacia todas las madres. Es hora de trabajar en conjunto para construir una sociedad donde la maternidad no signifique una yincana, sino que sea sinónimo de realización y apoyo mutuo.

Y hablando de madres, imposible no hacer alusión a la que ha hecho vibrar a la audiencia mundial en «El caso Asunta»: Rosario Porto, cuya personalidad ególatra y narcisista, magistralmente interpretada por Candela Peña, recuerda la alta probabilidad de un asesino de tener rasgos de esa psicología oscura presente en cuatro tipos personalidad: narcisismo, maquiavelismo, psicopatía y sadismo. Hacen daño y no son capaces de empatizar con el dolor ajeno.

Pero quedémonos con el papel, por suerte mayoritario, de las madres que recuerda el Papa Francisco: «las madres son el antídoto más fuerte para el individualismo... las que más odian la guerra, las que atestiguan la belleza de la vida (…) las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral». Precisamente ¡lo esencial!