Y volvieron cantando
La madrileña aldea de Astérix
Resultará especialmente interesante ponderar si Sánchez es más solución o más problema para las expectativas de varios de sus «barones»
Pasado mañana Lunes de Pascua y con independencia de que sea festivo en algunas comunidades entra en su fase decisiva –ya saben, esa en la que las cuadrigas sacan a pasear las cuchillas en sus ruedas– una precampaña que, probablemente pasará por ser la más intensa en años de democracia, no solo por lo mucho que hay en juego en lo relativo al poder territorial, sino por lo que significa de antesala para la cita definitiva con las urnas del mes de diciembre, con todo bastante más abierto de lo que algunos piensan en lo relativo, no tanto a quién gana como a quién gobierna.
Por primera vez en mucho tiempo más de media docena de gobiernos autonómicos contemplan la demoscopia señalando un sutil filo que puede volcar hacia la derecha o la izquierda por meros detalles que podrían ventilarse en las pocas semanas que restan hasta el «28-M», un periodo en el que resultará especialmente interesante ponderar si Sánchez es más solución o más problema para las expectativas de varios de sus «barones» y de muy numerosos alcaldes en localidades importantes, con la consiguiente nómina de cargos en juego.
Con este panorama, tal vez sean Madrid comunidad y ayuntamiento una excepción con las encuestas en la mano señalando, si no absolutas, al menos amplias mayorías para Díaz Ayuso y Martínez-Almeida, lo cual no significa que el campo de batalla madrileño no vuelva a convertirse en el más encarnizado escenario de las más imaginativas marrullerías. No es lo mismo gobernar la comunidad con mayoría absoluta, que gobernar siendo víctima de una incómoda «castellano- leonización» brindándole a la izquierda esos argumentos que tanto desea para volver a lustrar la «foto de Colón» y para ello no se va a reparar ni en barras ni en batas blancas. También el alcalde seguiría gobernando tras la casi segura absorción de Ciudadanos –Villacís se ha destapado como una gestora municipal tan competente como torpe en la estrategia de partido– pero la sombra de Ortega Smith proyectada por Vox sigue siendo larga y eso obliga a un extra de precampaña para un primer edil que, de no haber incurrido en el error de las ínfulas de política nacional –craso error de principiante– ahora tal vez estaría recogiendo mejores y más realistas frutos. Lo de Madrid no será ni corto ni indoloro, más bien un asedio monclovita a la aldea de Astérix.
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