Cuartel emocional

Malos tiempos

Sólo la nostalgia, el recuerdo de cuando se iniciaba esta andadura hacia la libertad que hoy gozamos, nos permite asomar una vaga sonrisa a nuestros labios

Corren malos tiempos para todos. Aquí nadie se libra de la amargura ni del dolor porque todo va mal, y hay desolación por algunos lados con ridículos “funerales” laicos, actos fríos y sin liturgia que a nadie reconfortan, eventos gélidos en un ambiente gélido con mandatarios gélidos, esos dirigentes nada elegantes manejando dinero negro –lo nunca visto-, sin que nada ocurra para indignación de todos y todo entremezclado creando así un ambiente tan oscuro como los días cortos de invierno y con lluvias excesivas y a destiempo que pillan con el paso cambiado a unos y a otros produciéndose desastres y hasta catástrofes que se llevan la vida de de algunos y ocasionan la ruina de otros. Es lo que vemos en las noticias nuestras de cada jornada, huracanes e inundaciones, la mala marcha del país, la retirada de apoyo parlamentario del prófugo a los de Sánchez, que no significa nada, que nadie se haga ilusiones, con un Sánchez que nos escupe en la cara desde una de las más altas y dignas instituciones del Estado, como es el Senado, cuyos escaños estuvieron ocupados en otro tiempo por gentes dignas designadas merced a un cupo Real…

También deprime la caída en picado del estado emocional de Brigitte Macron por el ciberacoso sexual: no se pueden tolerar las infamias sobre su sexo y su sexualidad, pero la gente es así de dañina y en Francia, donde corren malos tiempos también, además del robo del Louvre -que no deja de recordarme la vieja y chistosa película del gran Peter Sellers “La pantera rosa”-, la mala marcha de la economía y las constantes movidas en el Gobierno, además de otras cosas como la inmigración descontrolada, en Francia, decía, andan todos cabizbajos y meditabundos en espera de que, en algún momento, las tornas cambien porque una hechicera o un chamán haga un conjuro para que así sea. Sólo la magia les puede devolver la alegría, y aquí habremos de recurrir a las brujas de Zugarramurdi para que también el aspecto de nuestras vidas cambie, que otra solución no acabo de ver.

En este país de rateros, blanqueadores de dinero negro en sobres desde la sede de su partido político, embusteros y tramposos la esperanza está poco definida, ya todo es una vana quimera y las fuerzas están un poco exhaustas. Sólo la nostalgia, el recuerdo de cuando se iniciaba esta andadura hacia la libertad que hoy gozamos, nos permite asomar una vaga sonrisa a nuestros labios. El viejo Rey ha aparecido de nuevo, aunque casi de forma clandestina, en una entrevista publicada en un diario francés, donde no se corta al expresar sus sentimientos. Los comentarios son prolijos, pero me alegra ver, en respuesta a algunos artículos periodísticos -donde se asegura que “no le faltan arrestos para matar recibiendo”-, que “sus desaciertos son una gota en el océano de sus éxitos por España”, y que “su legado y recuerdo se agigantan, y más aún lo hará la Historia cuando fallezca”, dejando constancia de que es uno de los más grandes reyes de cualquier época de España.

CODA. Bajando de nuevo a la bajeza –valga la redundancia-, de la realidad nuestra nos enfrentamos con el deporte, y siendo que podemos presumir de grandes figuras en múltiples disciplinas, no dejamos de meditar acerca del peligro de los jóvenes triunfadores, que se bañan y zambullen en billetes cada día –como algún que otro político en chistorras, lechugas y folios-, y se tiñen el pelo de blanco en plena borrachera millonaria. Antaño toleraban mejor el éxito y no hacían tanto el memo…