A pesar del...
Mar Muerto, religión y política
Los líderes del Estado de Israel, establecido poco después del descubrimiento, percibieron la relevancia política de ese suceso arqueológico
Conocida es la escasa vida acuática del Mar Muerto, pero en sus alrededores hubo mucha vida desde hace mucho tiempo. Allí se asentó el grupo judío de los esenios dos siglos antes de Cristo, y allí se produjo en 1947 un hallazgo arqueológico de enorme relevancia, que relata Jaime Vázquez Allegue en un interesante volumen que publica Arzalia: Los manuscritos del Mar Muerto. La fascinante historia de su descubrimiento y disputa.
Se trataba de más de ochocientos manuscritos hebreos en los que «estaban representados todos los libros de la Biblia hebrea (básicamente el Antiguo Testamento cristiano) en sus versiones más antiguas. A su lado, una gran colección de comentarios a la literatura sagrada de los judíos. Finalmente, una estupenda selección de rollos describían el contexto social, político y religioso que se vivía en Jerusalén durante la época del Segundo Templo, en plena dominación romana y en el marco de los orígenes del cristianismo».
El profesor Vázquez Allegue cuenta cómo fue hallado este tesoro, cuya importancia para comprender el judaísmo y el cristianismo resultaba patente porque, como leí en Religión Digital, las copias encontradas «son varios siglos anteriores a los manuscritos conocidos en los que se han basado hasta el momento las modernas ediciones de la primera parte del libro sagrado cristiano, la Biblia Hebrea».
Pero hay otra dimensión, que el libro explora con detenimiento. Los líderes del Estado de Israel, establecido poco después del descubrimiento, percibieron la relevancia política de ese suceso arqueológico. Esos manuscritos, «redactados por judíos entre los siglos III a. C. y I d. C. constituían el mejor testimonio para demostrar al mundo, especialmente a los palestinos y a los países árabes, que reclamar aquella tierra –el recién nacido Estado de Israel– era, en realidad, la recuperación de su tierra, el país de los judíos, el lugar al que llegó Abraham, la tierra prometida a Moisés y a los hebreos que habían salido de Egipto».
De tal forma que al lógico interés de académicos, religiosos y el mercado de las antigüedades, los gobernantes israelíes –empezando por David Ben Gurion, nada menos– y figuras muy destacadas de la comunidad judía, incluyendo a Einstein, se sumaron para contribuir a la búsqueda de estos restos en varios países, en historias cruzadas y detectivescas que Vázquez Allegue expone de forma sumamente entretenida para el gran público.
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