Cargando...

Y volvieron cantando

Margaritas en la boca

La Europa del estado del bienestar ha llevado aparejadas no pocas dosis de amnesia a propósito del sacrificio y alto precio que hubo de pagarse para defender las libertades

Enviamos un buque de la Armada a zona de conflicto –misión no del todo explicada– pero no respondemos a la pregunta del millón: ¿Están preparados los jóvenes españoles y europeos para ser llamados a filas, ajustarse el uniforme, calzarse botas y arriesgar su vida defendiendo a su país o, más allá, a una nación aliada caso de la OTAN? Nunca como ahora han sonado tan nítidamente los tambores de guerra en la vieja Europa durante más de ocho décadas, pero además, el largo enfrentamiento bélico en Ucrania y sobre todo las cada vez menos disimuladas provocaciones de Putin a países europeos de la Alianza Atlántica están cambiando a velocidad de vértigo la escala de valores de los gobiernos occidentales obligados a aumentar su gasto en defensa, aunque sobre todo lo que tienen sobre la mesa es esa pregunta a propósito de la mentalización de la ciudadanía para defender sus territorios, teniendo en cuenta que el chip mental de rusos o chinos es muy distinto a la hora de acudir a las armas, probablemente porque el régimen ya se encarga de ello.

La Europa del estado del bienestar ha llevado aparejadas no pocas dosis de amnesia a propósito del sacrificio y alto precio que hubo de pagarse para defender las libertades, incluso instalándose la especie de que la paz viene a ser poco menos que un don gratuito llovido del cielo, flagrante ausencia de ejercicio didáctico por parte de gobiernos que ahora se topan con una realidad llamada Putin y una estrategia de provocación destinada a continuar, desde que en 2008 el líder ruso se lanzara a expandir sus fronteras invadiendo el norte de Georgia. Las incursiones y los sabotajes están siendo el termómetro que comprobará, no solo la cohesión entre aliados de la OTAN, sino algo tal vez más importante como es el compromiso para la defensa de sus opiniones públicas, unas ciudadanías que, sobre todo en el caso de los menores de cuarenta años, llevan demasiado tiempo sujetando en la boca la margarita del antimilitarismo, las objeciones de conciencia y un pacifismo puede que no bien entendido. Europa se vuelve a replantear la vuelta del servicio militar obligatorio, algo sobre lo que España –solo por el momento– se mantiene de perfil, pero la demoscopia arroja datos preocupantes sencillamente porque nuestros jóvenes no están ni mental ni sociológicamente preparados para la defensa. Pero el mal existe.