
Biblioteca Harley-Davidson
El matonismo
Para atreverse a repetir en el día a día actitudes tan salaces, hay que estar muy seguros de la prepotencia de ser quien da las órdenes, del miedo que –interesadamente manejado– ese poder provoca
Hay mujeres de tanto carácter que dan la sensación de poder partir un ladrillo con la vulva. Eso siempre me ha parecido una interesantísima garantía que nos ofrece la biología de cara a evitar que el feminismo pudiera degradarse en simple victimismo. Por eso, sorprende que, habiendo entre nuestras ministras varias señoras de tanto carácter, hayan ignorado internamente todo lo que se sabía sobre Paco Salazar hasta el momento en que el asunto saltó a la prensa.
Una vez que el público ha sido puesto al corriente por los periodistas de lo que pasaba, esas ministras no han dudado en calificar los hechos con los más altisonantes adjetivos de repugnancia, asco y suciedad. No sé si se dan cuenta que esa contundencia calificativa –solo enfocada a los aspectos más escabrosos y babosos– pudiera provocar en el público opinante una sensación de sobreactuación, de estar intentando compensar el haber ignorado esos avisos previamente.
Reflexionando sobre eso, uno llega a pensar que lo cochino es lo menos importante del asunto Salazar. Lo terrible es el matonismo, el abuso de poder, los protocolos que favorecen la impunidad dentro de los órganos de mando de aquellos que están arriba. Para atreverse a repetir en el día a día actitudes tan salaces, hay que estar muy seguros de la prepotencia de ser quien da las órdenes, del miedo que –interesadamente manejado– ese poder provoca.
El matonismo no es patrimonio único de los hombres. Las mujeres tampoco están a salvo de caer en ese defecto, de usar los mecanismos trituradores del poder para machacar a su propio género. Recordemos los términos que usaba Dolores Delgado cuando hablaba con Villarejo.
Hasta hace poco, las mujeres tenían vetado el acceso a los puestos de dirección. Ahora no tanto. En esa progresión, será fascinante ver cómo resuelven el matonismo entre ellas para su propio colectivo. Porque el matonismo no tiene género.
✕
Accede a tu cuenta para comentar



