Mar en calma

Memoria

Muchísimas personas nos volcamos en paliar su dolor. Y es que hay algo que nos salva siempre: la solidaridad y el amor

Los actos conmemorativos del veinte aniversario del trágico 11 de marzo de 2004 fueron muy emotivos. Y necesarios. Seguimos cumpliendo un profundo deseo: no olvidar lo inolvidable. Hasta las redes sociales estaban repletas de fotos de recuerdo de quienes ese día nos adelantaron en el viaje, de flores, de una esperanza que sigue moviendo al mundo, al son de «Jueves», la maravillosa canción de la Oreja de Van Gogh dedicada a todas las víctimas del 11M.

Como cuento en mi libro «Saber que se puede, perdona, agradece y confía», los sentimientos de impotencia y consternación se clavaron en el alma. Rabia y desolación. «Apenas siento una gota de energía para moverme despacio y mantener los ojos abiertos. Me siento vacía. Es sin duda el día más horrible de mi vida. Siento que desfallezco, se repiten una y otra vez en mi mente las palabras del famoso poema de Miguel Hernández: Tanto dolor se agrupa en mi costado/que por dolerme, me duele hasta el aliento/... siento más tu muerte que mi vida.

Caigo en un abismo de sufrimiento. La angustia me ahoga. Me invade una desesperanza que jamás conocí. Ni siquiera cuando atentaron contra nosotras sentí tanta tristeza. Tengo que hacer algo. Tampoco olvidamos los daños colaterales de todos los que asistieron a este atentado múltiple tan sangriento y macabro, en concreto los niños que, viendo tal horror en los informativos, desarrollaron miedos que desconocían».

Muchísimas personas nos volcamos en paliar su dolor. Y es que hay algo que nos salva siempre: la solidaridad y el amor.

Hoy, como cada año desde hace dos décadas, Esport Solidari Internacional celebra en Barcelona una de sus noches más especiales: la Cena Solidaria. Un encuentro con premios y rostros conocidos que destina los beneficios a sus proyectos e iniciativas por todo el mundo. Más de 500 personas de diferentes sectores, compartiremos iniciativas solidarias en lugares en los que el hambre y la pobreza, también matan.