Opinión

«El mensaje de Can Cerdà»

Por «mensaje» se entiende lo comunicado por la Virgen de Lourdes –la Inmaculada Concepción– a partir del 8 de noviembre de 1974, día en que se le reveló por primera vez a una sencilla mujer casada

Este es el título de una obra escrita por el sacerdote jesuita, ya fallecido, Juan Roig Gironella, en la que hace una precisa narración de lo sucedido en el lugar conocido como «Can Cerdà», ubicado en el término municipal de la localidad vallesana de Cerdanyola, situada a unos 40 kms. de Barcelona. Por «mensaje» se entiende lo comunicado por la Virgen de Lourdes –la Inmaculada Concepción– a partir del 8 de noviembre de 1974, día en que se le reveló por primera vez a una sencilla mujer casada, madre de tres hijos, vendedora de verduras, de nombre Pepita Pugès de la que el P. Juan Roig será su director espiritual. Ese día, Nuestra Madre le pedirá que el 11 cada mes (el 11 de febrero es la Virgen de Lourdes), acuda allí a rezar los entonces tres misterios del Rosario.

Del gran interés en torno a este acontecimiento dan fe las centenares de curaciones y conversiones registradas y las imágenes recogidas en aquellas fechas en todos los medios, incluido un programa de Informe Semanal de TVE en 1976. La asistencia de miles de personas a las diversas actividades religiosas celebradas en aquel lugar, ha sido una constante hasta ahora, cuando la apostasía parece haberse inoculado en el alma de una sociedad de arraigada cultura y valores cristianos, actualmente sometida a una marcada descristianización.

No es un dato menor que la Inmaculada afirmara que venía «a salvar en especial a Barcelona, Cataluña, y España, que es tierra de su predilección». Y que lo dijera poco antes de fallecer Franco, cuando nuestro país comenzaba un tránsito hacia una nueva etapa de la Historia de España, con una Iglesia postconciliar en la que el Papa Pablo VI había manifestado poco antes, el 29 de junio de 1972, que «el humo de Satanás había penetrado en su interior».

Será el 11 de mayo de 1975 cuando la Virgen pedirá la construcción de una capilla en aquel lugar, avisando de las muchas dificultades por las que pasarían, pero anunciando que Ella les ayudaría a conseguirlo. Su ruego y su profecía se cumplieron y, pese a las numerosas y continuas dificultades por las que atravesaron para comprar el terreno de tres hectáreas exigido y el permiso del Arzobispado de Barcelona para el templo, finalmente se alcanzó el sueño.

El 11 de febrero de 2001 se celebraba la primera misa en la capilla pedida por Ella, presidida por el Obispo auxiliar de Barcelona Carles Soler Perdigó, acompañado por el párroco y otros sacerdotes, asistiendo la alcaldesa de la localidad y 2.000 fieles que llenaban el recinto.