
Mirando la calle
El milagro de la física (y la química)
«Como casi todo lo imposible, no era magia, sino física sin explicar»
De niña no le encontraba la gracia a la física y menos aún a la química, así que jamás se me ocurrió barruntar que me conquistarían con el principio de incertidumbre de Heissemberg (ese según el cual, dicho en lenguaje de profanos, las cosas no están donde están, porque para que las veamos tiene que iluminarlas la luz y cuando lo hace las desplaza), que comprendería la belleza de la ecuación de Dirac (que unifica la mecánica cuántica y la relatividad especial para describir el comportamiento de los electrones y otras partículas subatómicas ), o que aprendería que los seres humanos somos tan pura química, que nuestro nivel de litio protege nuestros recuerdos.
Cuando muchos años después y tras muchos intentos por retenerla, perdí la fe. En realidad, simplemente, cambié de religión; porque en ese mismo instante y tras un fogonazo de lucidez, concluí, casi con absoluta certeza, que todo lo extraordinario, inalcanzable, sobrenatural e incomprensible acabaría explicándolo y materializándolo la ciencia. Ya no creo en ninguna divinidad; pero sí y firmemente en la Ciencia, que nos va descubriendo parcelas del mundo y de nosotros mismos, que jamás hubiéramos imaginado que existieran. La última, premiada con el Nobel para sus reveladores, John Clarke, Michel Devoret y John Martinis, la física cuántica en acción. O lo que es lo mismo: dónde está el límite en el que se aplican las reglas del mundo microscópico y empiezan las que aplican al mundo visible: ese túnel cuántico macroscópico y la cuantización de la energía en un circuito eléctrico. Los galardonados han demostrado, por fin, que existe. Ya sé, ya sé: es complicado de entender. Sobre todo, porque nunca hemos visto a una persona en dos lugares a la vez ni cómo un boli cae sobre una mesa y la atraviesa. Hasta ahora, eso solo ocurría en las películas… Pura magia del cine… Pero, como casi todo lo imposible, no era magia, sino física sin explicar. Como ahora nos han enseñados los premiados: sí se pueden ver y controlar fenómenos cuánticos en un objeto visible. ¡Qué maravilla! ¿no? Ahora cierren los ojos y piensen en otra cualquiera… En no demasiado tiempo, la física y la química la convertirán en realidad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar