Las correcciones

Muerte cruzada

«El magnicidio de Fernando Villavicencio agrava la espiral de violencia que ha sembrado el caos en Ecuador»

Ecuador se adentró en unas elecciones anticipadas después de que el presidente Guillermo Lasso activase por primera vez en la historia del país un mecanismo constitucional conocido como «muerte cruzada» con el que paralizó la actividad legislativa y disolvió el Parlamento. El conservador Lasso evitó así un juicio político promovido por la oposición bolivariana liderada en la sombra por el expresidente Rafael Correa exiliado en Bélgica. Esquivó su destitución prematura en mayo, aunque declinó presentarse a la reelección el 20 de agosto.

Este recurso de emergencia se ha convertido en un triste augurio de los derroteros que tomaría la campaña electoral. El candidato Fernando Villavicencio, experiodista de 59 años, fue acribillado a balazos el 9 de agosto cuando salía de un mitin en un colegio del centro de Quito. Es el primer asesinato de un candidato presidencial en la historia de Ecuador. El país, encajonado entre Perú y Colombia en la costa occidental de Latinoamérica, había sido considerado hasta hace poco como seguro para los estándares extremadamente violentos de la región. El experiodista saltó a la fama como firme opositor del correísmo y era uno de los activistas más abiertos contra la corrupción. En su último discurso prometió a sus seguidores que encarcelaría a los «ladrones».

Entre 2005 y 2015, Ecuador experimentó un envidiable crecimiento gracias al auge del petróleo que sacó de la pobreza a millones de ecuatorianos. Con el boom llegaron los narcos que se aliaron con las bandas callejeras y carcelarias locales. Villavicencio destacó por denunciar los vínculos entre los políticos y las mafias de la droga. En 2014 fue condenado por difamar a Correa. Pero no se rindió.

El magnicidio de Villavicencio agrava la espiral de violencia que ha sembrado el caos en el país. Si en los años ochenta y noventa, América Latina formó parte de la ola mundial de democratizaciones. En los dos mil ha sido un gran exponente del retroceso global. Ecuador es el último país en sucumbir a esta lacra que pone a prueba la fortaleza de las instituciones y compromete el futuro de un continente bendecido de recursos naturales que debería nadar en la abundancia.