La situación

La normalidad de EH Bildu

Que EH Bildu sea un partido legal «como cualquier otro», según Moncloa, no obliga, sin embargo, a pactar con él. Ni, mucho menos, a regalarle gobiernos

La democracia española ha demostrado ser extraordinariamente generosa. No hay muchos países en los que se permita la existencia de partidos políticos derivados de una banda terrorista. Pero, no son solo legales, sino que ahora hemos descubierto, gracias a los partidos gobernantes y a sus socios, que EH Bildu es una fuerza política progresista, lo que, según el diccionario de lo políticamente correcto que rige en nuestro país, es el piropo más rumboso que puede hacerse de un partido. Todo lo que se sale de ese marco del progresismo oficialista tiende al fascismo: desde García-Page, Felipe González, Guerra o Redondo Terreros, hacia la derecha.

Que EH Bildu sea un partido legal «como cualquier otro», según Moncloa, no obliga, sin embargo, a pactar con él. Ni, mucho menos, a regalarle gobiernos, como va a suceder con el Ayuntamiento de Pamplona en cuestión de días. Pero eso, que solía ser un dogma aceptado por todos, ya no lo es, como antes dejó de serlo gobernar con la extrema izquierda o con los independentistas.

Pedro Sánchez es, con gran diferencia, el dirigente político con menos autolimitaciones de nuestra historia democrática, y ha sido más listo que Alberto Núñez Feijóo, que sí entiende de límites. El líder socialista decidió aplazar los acuerdos territoriales con EH Bildu emanados de las elecciones municipales y autonómicas de mayo (especialmente en Navarra) hasta después de las elecciones generales de 23 de julio, para que no afectaran a su campaña. Por el contrario, Feijóo consintió –y, quizá, alentó, en un grueso error estratégico carente de paciencia– que sus candidatos a alcaldes y a presidentes autonómicos se lanzaran como posesos a ocupar despachos pactando con Vox donde hiciera falta, lo que se convirtió en el gran reclamo de campaña del PSOE contra el PP y, a la vista del resultado del 23-J, resultó ser el motivo por el que los populares ganaron las elecciones en vano.

Como estrambote, Sumar –es decir, el Gobierno– va pedir al Congreso que elimine el delito de enaltecimiento del terrorismo. Es su primera decisión de la legislatura. ¿No hay nada más importante de lo que ocuparse?