La situación

Normalizar lo que no es normal

«Esta es una legislatura fallida, en la que los partidos de la coalición están en el poder, pero no gobiernan»

El artículo 134 de la Constitución Española establece que «el Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior». Ese plazo ha terminado hoy, primer día de octubre. Por tanto, el Gobierno ha incumplido el mandato constitucional, porque la norma no dice que el Gobierno «podrá», sino que «deberá» presentar su proyecto de presupuestos. No los presentó en 2023, ni en 2024, ni los ha presentado en 2025, lo que confirma la tesis, muy extendida, de que esta es una legislatura fallida, en la que los partidos de la coalición están en el poder, pero no gobiernan.

Hace unos días, Cristina Herrero, presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), recordó que «España es el único país de la Unión Europea que no ha presentado un plan de presupuestos»; que «el marco fiscal nacional está completamente anestesiado, vive sin objetivos»; que «es casi más grave que no haya proyecto de presupuestos, porque estamos a ciegas». La Airef se creó en 2013, casi por imposición de la UE, para que España garantizara la estabilidad presupuestaria y la sostenibilidad financiera de las cuentas públicas. Ahora, el Gobierno ignora a la Airef, y hasta ironiza sobre sus advertencias, como ha hecho la vicepresidente María Jesús Montero, diciendo que no aprecia crítica alguna en la presidenta del organismo. Con toda su calma.

Pedro Sánchez será recordado, entre otras muchas cosas, por haber normalizado aquello que nunca antes se consideró normal: pactar con la extrema izquierda y coaligarse con ella, apoyarse en los independentistas que cometieron delitos en Cataluña o que proceden del entorno de ETA, indultar y luego amnistiar a políticos, eliminar delitos del Código Penal para satisfacer a aquellos socios a quienes se les aplicó esa ley, mantenerse en el poder sin mayoría parlamentaria, ignorar mandatos constitucionales como el de los presupuestos… La lista no cabe en el espacio destinado a este artículo, ni entraría en otro más amplio.

La buena noticia para Moncloa es que todo da igual, y nunca pasa nada.