Mar en calma

Nos importa

La educación implica también enseñar a los niños a tolerar la frustración, a luchar por lo que quieren, a manejar emociones como el miedo, la impotencia, la ira… y, sobre todo, a ser felices

Ayer se celebró en Madrid el concierto solidario «Agarra la vida», organizado por el Teléfono de la Esperanza para concienciar y sensibilizar sobre la importancia del cuidado de la salud emocional. Nos importa la salud mental, ahora más que nunca, porque como asevera el psicólogo Javier Urra, «hemos hecho una sociedad muy blandita y la gente se rompe». España tiene el triste récord de consumo de sedantes como el alprazolam (vendido con el nombre comercial de Trankimazin), el lorazepam (Orfidal), el diazepam (Valium) y el bromazepam (Lexatin). Aumenta de manera preocupante el uso indebido de opioides, estimulantes y tranquilizantes. Son verdaderamente inquietantes los documentales y series que muestran una realidad en la que cada vez es más común este tipo de adicciones. Esa sociedad «blanda», acude a la química al mínimo dolor y muchos por desgracia, acaban con un problema mucho mayor: adicción.

Siempre digo que una actitud positiva y proactiva, nos aleja de este abismo del que cuesta tanto emerger. Hemos de enseñar a nuestros hijos a manejar las situaciones a las que se enfrenten, crear un buen ambiente en casa con asertividad, limar diferencias y aligerar tensiones, fomentar un mejor estado de ánimo propio y de los hijos, moderar y combatir las discusiones y las situaciones que generen estrés… fortalecer su autoestima y mejorar su calidad de vida, en definitiva.

Todo esto es lo que ha de hacer cualquier familia que quiera criar hijos sanos y que quiera preservar su propia salud general. Porque la educación implica también enseñar a los niños a tolerar la frustración, a luchar por lo que quieren, a manejar emociones como el miedo, la impotencia, la ira… y, sobre todo, a ser felices. Y quién mejor que los padres para promoverlo desde la cuna. Si delegamos este compromiso, les abandonamos, si cedemos estas responsabilidades al Estado, como ocurre lamentablemente en demasiados países, no serán educados, sino adoctrinados y no serán libres, sino manipulados.