Canela fina
Núñez Feijóo a las puertas de Moncloa
«El presidente del PP no solo crece en las encuestas sino en los debates con Pedro Sánchez»
La primera inteligencia del siglo XX español, José Ortega y Gasset, escribió en La rebelión de las masas: «Ya no hay protagonistas; solo hay coro». Desde los tiempos de Felipe González, Adolfo Suárez o José María Aznar no han surgido líderes políticos con un carisma popular que hunda sus raíces en el sentimiento nacional y vertebre políticas ilusionantes y esperanzadoras. No es la corrupción lo que caracteriza a la clase política española. Es la mediocridad. Existen excepciones, por supuesto, pero, en líneas generales, los nombres relevantes de la sociedad española están en la vida intelectual, en el ejercicio universitario, en la empresa, en la Banca, en el periodismo serio…
Sin perder de vista el bajo nivel de la política española, habrá que subrayar la solidez de Alberto Núñez Feijóo que se va afianzando como líder general. Tras abandonar Galicia, empezó de forma endeble su andadura nacional y Pedro Sánchez, arrollado parlamentariamente por Pablo Casado, se merendó durante los primeros debates en el Senado al nuevo líder del Partido Popular. La objetividad exige afirmar que eso se ha terminado. Núñez Feijóo es un hombre moderado, prudente, ajeno a la gesticulación y a la vehemencia. Pero tras sus iniciales debilidades, se muestra cada día más firme, dialécticamente en ascenso, rotundo en los ataques que dirige a Pedro Sánchez. Los errores del sanchismo se multiplican y Alberto Núñez Feijóo los está aprovechando sabiamente para trasladar a la opinión pública la idea cada vez más compartida de que España necesita un Gobierno que no mienta, que no manipule, que límite el gasto público y que se ocupe de algo más que de tomar medidas para permanecer en el poder.
Núñez Feijóo desenmascara, semana tras semana, los fallos sanchistas y el descarado intento de comprar votos a través de concesiones económicas que se multiplican sangrando los Presupuestos Generales del Estado y los fondos europeos. Muchas de las declaraciones, proyectos de ley y decisiones del Gobierno sanchista parecen arrancados de aquellos antiguos periódicos murales de preuniversitario. La insensatez, la ignorancia y la utopía vertebran una parte considerable de la política sanchista. Cánovas del Castillo, que tuvo rivales de alto nivel político como Sagasta, se asombraba ante los despropósitos de algunos que estimulaban a los jóvenes bárbaros a entrar a saco en la sociedad española, sin detenerse ni ante los sepulcros ni ante los altares.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.
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