El trípode
«Ola reaccionaria» en la UE y EE UU
La polarización de la población en dos bandos enfrentados es un riesgo que se atribuye al «ultraderechista» Trump y que genera preocupación en amplios segmentos del establishment estadounidense.
El fenómeno político del creciente voto a formaciones y candidatos calificados de «ultraderechistas», y que se generaliza en distintos y distantes países pertenecientes al mundo Occidental, y situados a uno y otro lado del Océano Atlántico, ya preocupa al «establishment» de las élites globalistas económicas, políticas y culturales, que tienen en el Foro Económico Mundial de Davos o en el Club Bilderberg algunas de las instancias más conocidas por la opinión pública internacional. En ellas se debaten cuestiones que después es frecuente que se incorporen a la agenda política de muchos gobiernos.
Por ello suele ser habitual que se debatan cuestiones de singular importancia como la inmigración o el control de la población «para garantizar la sostenibilidad del Planeta», entre otras muchas que componen la Agenda 2030 que algunos presentan cual si los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible fueran el nuevo «decálogo» de obligado cumplimiento para llegar sanos y salvos al final de esta década. En ultramar, en los EE UU la proximidad de las elecciones presidenciales con un candidato demócrata a la reelección con evidentes limitaciones para garantizar un ejercicio «sostenible» de la presidencia ha amplificado el eco del debate que suscita la política migratoria de Biden, que se considera en sintonía con el «estado profundo» –deep state– al que públicamente se enfrentó Trump durante su estancia en la Casa Blanca y al que se atribuye un poder no validado en las urnas pero con acreditada influencia en la toma de decisiones. La polarización de la población en dos bandos enfrentados es un riesgo que se atribuye al «ultraderechista» Trump y que genera preocupación en amplios segmentos del establishment estadounidense. Pero ahora esa ola «reaccionaria» ha atravesado el Atlántico para recalar en la UE, que han reflejado los votantes europeos el pasado 9 J y que habían anticipado en diversos países. Viktor Orban de Hungria ha sido el referente de ese espacio político con su colega de Polonia, hasta que Donald Tusk le sustituyó quedando casi en solitario. Ahora, Giorgia Meloni ha tomado el relevo y brilló como anfitriona del G-7. Con Orban de presidente «pro tempore» de la UE, si este domingo Le Pen con Jordan Ballard asume el gobierno de Francia, las élites globalistas no quedarán satisfechas. Ya fue algo destacado que la Francmasonería y otras obediencias hicieran un comunicado conjunto y público unos días antes de la primera vuelta, instando a «tenidas» de todos sus miembros, para hacer frente a la amenaza que, según afirman, representa para la República y sus valores, ese eventual gobierno de la «ultraderecha». Tiempos «recios».
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