Escrito en la pared
OTAN 2,1
Lo que expresa el baile de las cifras es la voluntad real de rearme para afrontar un escenario internacional en el que resalta el peligro de la guerra
En un movimiento, diríase que casi desesperado, el presidente del Gobierno se imaginó –y dio inmediatamente por válido– un acuerdo con el Secretario General de la OTAN para eludir el compromiso general de elevar el gasto militar durante los próximos años hasta un cinco por ciento del PIB en todos los países miembros de esta organización, para dejarlo, en el caso de España, anclado de manera permanente en el 2,1 por ciento, aun cuando, paradójicamente, acabaría poco después firmando en La Haya la regla general acordada. Más aún, Pedro Sánchez aseguró que esa meta quedaría cumplida este mismo año con un gasto adicional de 11.000 millones, donde incluye aspectos claramente impropios, como los de protección civil, espionaje y ciberseguridad. Mark Rutte le desmintió inmediatamente y aseguró que nuestro país acabaría requiriendo un gasto del 3,5 por ciento del PIB para cumplir con las tareas que le están asignadas.
Todo esto no tiene mucho sentido, pues lo que expresa el baile de las cifras es la voluntad real de rearme para afrontar un escenario internacional en el que resalta el peligro de la guerra. En esto, es obvio que el gobierno español carece de esa intención política porque, entre sus apoyos, predomina la doctrina de que las guerras se evitan simplemente dialogando; o sea, esquivándolas y desarmándose. Así que Sánchez se ha visto constreñido entre una presión externa y otra interna, y se ha visto obligado a sacarse de la chistera lo del 2,1. Lo malo es que ni siquiera eso lo va a cumplir porque, aunque es fácil subir sueldos y contratar personal, los procesos de inversión en el terreno militar requieren compromisos plurianuales de gasto, muchas horas de ingeniería, más todavía de desarrollo tecnológico y construcción de plantas industriales con perspectivas de largo plazo y proyección externa. Y esto no se improvisa en un papelito que se envía por correo electrónico. Además, hay obstáculos añadidos, como la ruptura con Israel –muy perjudicial en cuanto a la disponibilidad de tecnologías para vehículos, drones, lanzacohetes, munición, blindaje, láser o radiocomunicaciones–, que al parecer es irreversible. Así que en esas estamos, con una apariencia de rearme que elude cualquier compromiso bélico. Y si la guerra llega nos pillará con el paso cambiado.