
Tribuna
Otros veraneos (XIII): Lomas de San Juan
Unos soldados y marinos españoles que dieron su vida defendiendo a la que durante 383 años fue nuestra «Muy noble y muy leal» ciudad de Santiago de Cuba

Rompo la serie diseñada especialmente para referirme a despliegues de nuestras Fuerzas Armadas en el exterior, para retraerme a un duro verano de 1898 y homenajear a unos soldados y marinos españoles que dieron su vida defendiendo a la que durante 383 años fue nuestra «Muy noble y muy leal» ciudad de Santiago de Cuba, declarada posteriormente «Hospitalaria de las Américas» al haber acogido en 1822 a miles de emigrantes haitianos y, por último, ciudad «Héroe de la República» desde 1984, «por su aporte a la total y definitiva independencia de la nación cubana, así como por sus tradiciones patrióticas y revolucionarias de profunda raíz popular» (1).
En las Lomas de San Juan, hoy convertidas en un bello y emotivo parque histórico, unos 300 soldados españoles defendieron hasta la extenuación la avalancha de tropas norteamericanas y cubanas, cifradas en más de 12.000 regulares al mando del general Shafter, con dos divisiones de Infantería y una de Caballería con la misión de conquistar Santiago. Formando una línea de posiciones avanzadas españolas, la de Caney era tomada pasado el mediodía del primero de julio por la división del general Lawton. Tras ella, todas las fuerzas se lanzaron sobre las Lomas de San Juan en sucesivas avalanchas. Tras la muerte del coronel Vaquero, que mandaba la posición, sobre las 3 de la tarde en las Lomas solo quedaban los artilleros y 40 soldados de infantería. Los primeros, consumida la munición, retiraban las piezas a posiciones de retaguardia, cuando el capitán Patricio de Antonio ordenaba calar bayonetas y el repliegue hacia el bosque, al que llegarían solo ocho hombres. A las 4 las Lomas eran ocupadas.
Pero no termina aquí este trágico día. La posición de la Canosa situada a retaguardia, al mando del coronel Caula, se defendía con dos compañías de infantería, una de marineros de la Escuadra fondeada en la bahía y restos de la guarnición de San Juan. En su defensa moriría el coronel y fue herido el general Linares, que acudió en su socorro con una reserva de 400 hombres. La situación era tan desesperada que su sustituto, el general Toral, acudía a los hospitales y, con 150 heridos y convalecientes, marcharía en socorro de La Canosa. Al anochecer, el capitán de navío Joaquín Bustamante, Jefe de Estado Mayor de la Flota, al mando de 100 marineros de las columnas de desembarco, intentaba reconquistar, sin conseguirlo, las Lomas de San Juan. Herido de gravedad en la acción, moriría días después en el Hospital Militar de Santiago. Recibiría a título póstumo la Cruz Laureada de San Fernando. Aquel primero de julio se había saldado con 600 bajas españolas y 2000 americanas y cubanas, entre ellas la muerte del general Wikoff, jefe de la segunda brigada de la división Kent, y heridos sus sustitutos, el coronel Work y el teniente coronel Liscum.
Breve relato, querido lector, relacionado con un tardío homenaje a nuestros caídos. El nombre, grados y referencias de las unidades a las que pertenecían todos los norteamericanos y cubanos muertos en aquellos combates se grabaron hace años en planchas de bronce a modo de hojas de un gran libro, situándolas debajo de una histórica ceiba en la que se intercambiaron prisioneros y se firmó la rendición de la plaza. No constaba el nombre de ningún español, hasta que la tenacidad de una inagotable Carmen Fusté, presidenta de la Asociación de Amigos del Castillo de Montjuïc, arropada por asociaciones ligadas a las familias de los fallecidos, pero sobre todo por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y del Conservador de la de Santiago de Cuba, el arquitecto Omar López Rodríguez, unidos por un común respeto histórico y un indiscutible amor a pueblos hermanos, lo han hecho posible. Han sido seis años de otro tipo de batallas, apoyada la iniciativa en suscripción popular y gracias al minucioso trabajo de una fundición cubana como es la de la Fundación Caguayo. Frialdad de nuestras administraciones, que nunca debieron permitir que pasasen 127 años de olvido.

La relación de nombres que recoge la «tarja» (2) sigue impresionando: tres Vara de Rey, el general, su hijo y un sobrino; el coronel José Baquero; el referido capitán de navío Bustamante; el comandante Rodrigo Agüero; los capitanes Manso y Bonet; trece tenientes; 4 marinos del Cristóbal Colón, Oquendo, Plutón e Infanta María Teresa; 32 miembros del Regimiento Peninsular Talavera 4; 25 del Provisional de Puerto Rico 1; 22 del Constitución 29; 9 del Cuba 65...
¡El reconocimiento que les debíamos ha quedado escrito en tierra hermana y bronce cubano! ¡Juntos, vencedores y vencidos! ¡Honor y gloria a todos!
(1) «La ciudad y sus títulos». Pedro Manuel Castro Monterrey. Ed. Alqueza.
(2) Nombre dado en Cuba a las placas conmemorativas.
Luis Alejandre Sinteses general (r). Academia de las Artes y Ciencias Militares.
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