Canela fina
Pablo Iglesias, político ejemplar
«Pudo ser presidente de Paradores, pero ha decidido fundar una taberna. Huyó de las puertas giratorias y regresó a la Universidad»
Se podrá coincidir con Pablo Iglesias; se podrá discrepar de él y, en sustanciales aspectos, yo me encuentro lejos del líder de Podemos. Pero la objetividad exige reconocer sus cualidades. Hay que ser muy mezquino para negar esas virtudes o para reírse de algunas de sus acciones. Cánovas del Castillo escribió que «la capacidad para elogiar al que discrepa engrandece la vida política y cultural».
Pablo Iglesias pasó de una manifestación callejera a cosechar cinco millones y medio de votos en las elecciones generales. A pesar de que aceptó no incorporarse al Gobierno, Pedro Sánchez prefirió convocar nueva jornada electoral, abominando públicamente de Pablo Iglesias. Tras las elecciones del 10 de noviembre de 2019, tuvo que rendirse a la realidad. El dirigente podemita se incorporó al Gobierno como vicepresidente, respaldado por cuatro ministras y ministros por él nombrados. Convocadas elecciones autonómicas en Madrid, las encuestas reducían a cero los siete diputados con los que contaba Podemos en la Asamblea madrileña. Desembarcó Pablo Iglesias del Gobierno, asumió la responsabilidad directa de las elecciones autonómicas y consiguió diez diputados. En lugar de lanzar las campanas al vuelo, como Gabilondo fue derrotado por Isabel Díaz Ayuso y la izquierda no pudo formar Gobierno, Pablo Iglesias decidió retirarse.
Desechó entonces las puertas giratorias. Pudo convertirse en presidente del Museo del Prado o de Renfe, o bien consejero de una gran empresa pública, pero dio una magistral lección de honradez y coherencia, regresando a la Universidad como profesor y a La Tuerca, su programa de televisión. Había soportado una estólida campaña sectaria que convirtió en mansión un chalecito de clase media a 50 kilómetros de Madrid.
Y ahora, este político ejemplar, en lugar de montar un holding empresarial, en lugar de presidir Paradores, por ejemplo, ha decidido inaugurar una taberna en Lavapiés con el fin de organizar en ella actos culturales y presentación de libros. Baltasar del Alcázar, cuando Cervantes era un niño, escribió: «Por nuestro señor, que es mina la taberna de Alcocer; grande consuelo es tener la taberna por vecina. Si es o no invención moderna vive Dios que no lo sé, pero delicada fue la invención de la taberna». Le deseo, en fin, a Pablo Iglesias mucha suerte, tras reconocerlo como político ejemplar.
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