El canto del cuco

Del País Vasco a Cataluña

La cuenta vasca del 9 a 1 y la de los 7 votos de Puigdemont perseguirán a Sánchez mientras permanezca en La Moncloa

Un día dijo Pedro Sánchez que le había ganado 9 a 1 a Feijóo en el País Vasco. Se lo soltó con descaro desde la tribuna del Congreso de los Diputados. Quiso devolverle el golpe de Galicia, donde el PP ganó al PSOE por 40 a 9. Lo que pasa es que la comparación es odiosa por varias razones. En primer lugar porque no es verdad. En los comicios vascos, el resultado fue de 12 a 7, que no está mal, pero nada que ver con las cuentas de Sánchez. Se ha sabido luego que el presidente tuvo entonces un mal día. Acababa de enterarse de que un juez había decidido llamar a declarar a su mujer, Begoña Gómez, por tráfico de influencias y corrupción. Una noticia así, tan comprometedora, saca de quicio a cualquiera. Por si fuera poco, el «caso Koldo» se recalentaba y el «escándalo Pegasus», su más inquietante cuenta pendiente, revivía en la Audiencia. A cualquier político todo esto le abrumaría y le desquiciaría por mucha capacidad de resistencia que tuviera. Y eso es lo que le pasó a Pedro Sánchez, que se encerró cinco días en La Moncloa con una depresión de caballo.

No parece, sin embargo, que su apropiación indebida del resultado del País Vasco y la que saborea ya en Cataluña sean atribuibles a un estado de ánimo pasajero. Dice Pedro Sánchez que él sigue confiando en la Justicia «a pesar de todo», y, si él lo dice, será verdad, aunque eso es lo mismo que dicen todos los delincuentes antes de comparecer ante el juez. El 9 a 1 fue mucho más que una ocurrencia en un momento de desesperación o desaliento. Fue algo meditado y disfrutado. En su fuero interno Sánchez se apropia y hace suyos los votos de Bildu, la fuerza heredera de ETA, y del PNV. Se pone de su parte. Esta apropiación, en contra de lo manifestado en la campaña electoral, equivale, en realidad, a la entrega, de manos y pies, del Gobierno de España a los intereses y objetivos del nacionalismo vasco. Es lo mismo que se propone hacer el domingo en Cataluña. Es el precio del poder y el muro que pretende levantar contra las fuerzas constitucionales.

La cuenta vasca del 9 a 1 y la de los 7 votos de Puigdemont perseguirán a Sánchez mientras permanezca en La Moncloa. Y así pasará a la historia. Serán las facturas sucias de su mandato, el ignominioso precio que ha de pagar un hombre, en expresión de Bertrand Russell, embriagado de poder y desprovisto de sabiduría.