A pesar del...

De la paranoia a la servidumbre

En suma, para los progres aquí lo malo al parecer es la libertad de expresión cuando se expresan opiniones discordantes, y lo malo es la democracia cuando la gente no vota lo que debe

El socialismo de todos los partidos siempre ha desatado las alarmas ante los males que nos afligen por culpa de las instituciones de la libertad, empezando por la propiedad y los contratos. Ya se trate de fascistas o de comunistas, el diagnóstico coincide: el peligro son las empresas, que dañan al pueblo, y la salvación es el Estado.

El penúltimo acto de esta farsa progresista es aterrorizarnos ante las empresas tecnológicas.

Con el llamativo título de «Contra la libertad de expresión», Jordi Gracia publicó en El País un artículo que resumía la propaganda antiliberal y a la vez sugería una interesante conclusión.

La amenaza era reiterada, para que nos aclaremos: «Trump en el poder consagra el envite de las mayores empresas del planeta contra los fundamentos ilustrados… dueños absolutos de los canales de comunicación a escala mundial», que anhelan desregular para falsificar la realidad «con fines políticos, asociados a los intereses empresariales… algoritmo opaco e impenetrable que nos regula a cada uno… operación global y cotidiana».

La dramática situación, para que nos quede aún más claro, es «una nueva lucha de clases: unos tienen instrumentos intelectuales y formativos para rebatir esos engrudos, e incluso para combatirlos, y muchos otros no los tienen ni los tendrán nunca».

El problema, claro, es que esta combinación de paranoia y buenismo impulsa el recorte de derechos y libertades de la gente, que igual quiere ser dejada en paz. Hasta ahí podríamos llegar. La solución es, como siempre, propugnar la servidumbre en nombre de la libertad. Atentos: «O reconceptualizamos el significado de la libertad de expresión en la era digital o la era digital va a terminar con uno de los fundamentos cruciales de la democracia».

Porque no podemos ser libres y necesitamos al ogro filantrópico: «el Estado es, y sigue siendo, el único poder regulador de nuestra propia barbarie contra la depredación económica a cualquier coste democrático que propician las grandes tecnológicas y sus socios políticos. Hoy solo se puede estar en contra de una libertad de expresión que protege la impunidad de unas ganancias cuya continuidad va ligada al fin de los controles de las democracias liberales”.

En suma, para los progres aquí lo malo al parecer es la libertad de expresión cuando se expresan opiniones discordantes, y lo malo es la democracia cuando la gente no vota lo que debe.