V de Viernes

Paso a la aviación verde

Los problemas en los trenes afianzan los desplazamientos por avión, pese a los obstáculos reguladores de la Unión Europea

Los macrones y sánchez de turno decidieron en su día, de acuerdo con la sacrosanta Agenda 2030, que había que prohibir los trayectos aéreos de menos de dos horas y media, siempre que exista alternativa ferroviaria. Ciertamente, la opción del tren ya existe en España, pero vemos con qué éxito. Montarse hoy en un Ave a Malaga o Sevilla es poco menos que una lotería: lo mismo llega a tiempo que se retrasa una hora o cinco. La gente se va al tren como el que va a la guerra. Preparados para cualquier contingencia, de manera que llevas agua, mudas, comida y pañales para niños y ancianos. Los sacerdotes del alarmismo climático decidieron que para establecer una economía europea sin carbono hay que cargarse la aviación comercial. Por supuesto no se refieren nunca a sus jet privados, falcon, golfstresam y otras maravillas de la aviónica para ricos y gobernantes, hasta 14 veces más contaminantes que los aparatos al uso. Quieren impedir que la gente viaje en avión, y dirigirnos hacia los trenes o las carreteras con autos eléctricos. Los trenes ya vemos cómo van. Los eléctricos también. Tales planes serían un duro golpe para el turismo, pues las interconexiones desde Málaga, Sevilla, Valencia o Barcelona serían perjudicadas, siendo más barato, para ir a Buenos Aires, ir desde Málaga a París y desde allí a Argentina en Air France, que no con Iberia o Air Europa desde Madrid. Es decir, un despropósito, pues las emisiones se mantendrían y el hub de Madrid perdería competitividad, siendo la reducción marginal, dado que los vuelos afectados representan menos del 1% de las emisiones.

A Sánchez le da igual porque él en lo que está, junto a Macron, Starmer, Merz y Von der Leyen, cabezas visibles del ultraglobalismo woke, es en acabar con la aviación comercial forzando una Agenda Arcoiris que incluye medidas fiscales y medioambientales en el sector de la aviación que van a encarecer el precio de los vuelos con medidas drásticas: encarecer el impuesto por emitir CO2; un nuevo gravamen al queroseno, y una tasa al billete por valor de 7,8 euros, para desincentivar a los viajeros frecuentes.

Por fortuna el sector aéreo comercial no se ha quedado quieto, y sigue trabajando en soluciones para evitar lo anterior, como el uso de biocombustibles, el hidrógeno, el avión eléctrico y la exigencia de implementación del Cielo Único europeo, que permitiría la reducción del 10% de las emisiones. La principal iniciativa es la del SAF (Combustible de Aviación Sostenible), alternativa ecológica al petróleo, fabricado a partir de recursos renovables como aceites usados, desechos agrícolas o algas, que reduce las emisiones hasta un 80 por ciento. Es caro de producir, pero con la investigación adecuada será más barato. Moeve acaba de hacer una apuesta clara por SAF. Iberia se beneficiará de la decisión de IAG de invertir 3 mil millones en este combustible verde, con la idea de disponer de más cantidad a menor coste, en ventaja con sus competidores. Air Europa también pactó con Repsol volar con SAF en el largo radio.

La aviación verde se abre paso, pese a los obstáculos regulatorios de la UE, y ante la evidencia de que la apuesta por el tren no es sostenible.