Cuartel emocional
Pestañas y trajes alquilados
Aquel abrazo de Iglesias y Sánchez estaba agusanado, como las manzanas de cuando yo era niña. Ahora, con los insecticidas y los fertilizantes todas las manzanas son limpias y brillantes
A Patxi López no le da la risa cuando dice que en el “caso mediador” no hay caso, valga la redundancia. El tipo es un figura, y asegura que se va a reabrir el tema “kitchen”, porque ahí sí que hay caso. A todos se nos hace un lío en la cabeza cuando ya tenemos suficiente con lo mucho que han subido los huevos, el pollo y hasta los bocartes, que empiezan su temporada. Así no hay quien viva. Menos mal que María Jesú se nos ha puesto extensiones en las pestañas, que no puede ni parpadear con lo mucho que le pesan, y su prima la Montero va y se alquila un traje de brillis para el “día de la mujer”. Nos tienen en un sin vivir. Mucho hay que aprender de estas feministas de ahora que ya no van en plan guarro y andrajoso. Ahora no digo yo que vayan muy limpias, pero algo más arregladitas y fashionadas sí que van. No hay más que ver las fotos de la cabecera socialista, con Begoña Gómez toda peluqueada. Y no digamos Yolanda, que no estaba en la mani, ella no se mezcla, pero cada va con un modelete nuevo. Ésta nunca repite, copia a la Preysler. Otra cosa es Letizia, que para hacerse la demócrata recicla sus outfits dando nueva vida a sus looks de calle y de fiesta. Pero volvamos al mediador, que me divierte mucho el argot que han estado utilizando, desde los “bocadillos de calamares”, refiriéndose a las mordidas, pasando por los “bolígrafos” como sinónimo de euros, hasta el “menú”, queriendo decir la lista de prostitutas que Tacoronte -otro nombre que me chifla-, proporcionaba a quienes extorsionaba, y, por fin, “chocho volador” que supone el culmen de la maravilla. “Chocho volador” es la amante del general de la Guardia Civil retirado que intentaba que los empresarios le pagaran mordidas. Es todo de una belleza indescriptible. Y ahí no ve caso el tal Patxi López. Vamos a cambiarle la graduación de las gafas por si las actuales han quedado obsoletas. Y en lo de “chocho volador” las feministas no ven nada de malo, nada ofensivo. Yo tampoco, la verdad. Es más, a mí me gustaría tener ese alias sin necesidad de ser una trabajadora del sexo. Había una poetisa coetánea de Camilo José, Sagrario Torres, que la llamaban “chocho loco” porque tenía un punto divertidísimo de chifladura que nada tenía que ver con el sexo, y ella se moría de risa, nunca se sintió ofendida. Sabía perfectamente que los hombres de bien de la época tenían una máxima que decía que “a una mujer no se la pega ni con una flor” y si hoy vivimos un gran desbarajuste es porque se ha promovido la politización del sexo. Estas Iones e Irenes ignoran que uno de los encantos de la vida sexual es el de la privacidad, el del velo que lo tapa, el de la alcoba a puerta cerrada, el de la liturgia entre dos personas, me da igual si se quieren o no. En la cama hay plena libertad porque no está abierta al público. Ahí reside parte de su encanto. Que no nos venga ahora la Montero, no la de las pestañas sino la del traje de alquiler, con un croquis de lo que tenemos que practicar en el catre, como se está llevando a cabo ya en los colegios. Que no haga política con el sexo, vaya.
CODA. Dice Raúl del Pozo, que nunca contesta el teléfono, que la coalición de Gobierno durará hasta que se pudra. Soy de la opinión de que ya nació con la bacteria de la podredumbre. Aquel abrazo de Iglesias y Sánchez estaba agusanado, como las manzanas de cuando yo era niña. Ahora, con los insecticidas y los fertilizantes todas las manzanas son limpias y brillantes. Todo lo que no es este batiburrillo Frankenstein que padecemos. Démosle muerte cuanto antes. Amén.
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