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Y volvieron cantando

Los plasmas

El actual presidente queda muy detrás de todos sus antecesores, pero muy por delante en el desprecio a un pilar de la democracia como es la prensa

No parecen hacerse notar en estos tiempos aquellos aguerridos y valientes periodistas que muy dignos pedían hace unos años las sales anti sofoco, acudían a convocatorias y ruedas de prensa del Partido Popular o del gobierno de Rajoy con mordazas simbólicas o, en el caso de la televisión pública, se manifestaban con camisetas negras, todo ello para protestar por lo que se consideraban escasas comparecencias del entonces presidente ante la prensa respondiendo a preguntas en el primer caso –ya saben, el «plasma de Rajoy»– o contra la manipulación informativa de RTVE en el segundo.

Hoy la ausencia casi sistemática de comparecencias ante la prensa del actual presidente, no parece empujar a aquellos aguerridos informadores a plantarse con esparadrapo en la boca para protestar por tamaña opacidad y falta de respeto a quienes son hilo conductor entre gobernantes y gobernados. Más allá, lo que ahora se empieza a echar de menos son incluso los plasmas en un momento en el que los silencios de los profesionales de la información ante la opacidad de Sánchez vienen a ser más que indicativos. Conviene también poner algunas cosas en su sitio y no tergiversar los hechos creando leyendas urbanas a propósito del porqué y de qué manera en las comparecencias de unos u otros presidentes, lo que lleva a recordar que el origen del «plasma» no fue otro que la disposición por parte de la dirección del PP de brindar en abierto para los periodistas lo que siempre fue una intervención interna y a puerta cerrada de su presidente ante la junta directiva nacional, iniciativa que, dicho sea de paso, no se aplicó el PSOE con su órgano equivalente, el comité federal, cuyas intervenciones eran cerradas a cal y canto.

Sánchez ha llegado a rizar el rizo de callar durante mes y medio sobre los escándalos de corrupción que se ciernen sobre su partido con nombres y apellidos de su confianza, ha abandonado la tradicional costumbre de comparecer en rueda de prensa junto a jefes de gobierno que visitan nuestro país y hasta ha llegado –caso del «acuerdo» con la OTAN sobre gasto militar– a plantarse en Moncloa mirando a sillas vacías sin periodistas como si les estuviera respondiendo a preguntas. En esto, el actual presidente queda muy detrás de todos sus antecesores, pero muy por delante en el desprecio a un pilar de la democracia como es la prensa. Al menos antes teníamos plasma.