El canto del cuco
El plebiscito del domingo
Los resultados van a medir el aprecio o desprecio del pueblo al modelo de Gobierno de coalición que encabeza Pedro Sánchez y a su forma personal de gobernar
De alguna manera las elecciones del domingo que viene se han convertido en un plebiscito sobre la continuidad de Pedro Sánchez y el «sanchismo», como se conoce la actual coalición de Gobierno; o sea, sabremos si estamos en el principio del fin de un ciclo político. De ahí la implicación directa en la campaña del propio presidente del Gobierno y del aspirante a relevarlo. Los dos, con sus mutuas diatribas, han dado la sensación de que se lo jugaban todo en esta partida. Eso explica también que prevalezcan en la discusión pública los asuntos políticos nacionales, como el problema de los pactos y las coaliciones, por encima de los asuntos locales. Y por esa razón ha prendido con fuerza en la opinión pública –sobre todo en la publicada– y en los mítines de la derecha el caso de las listas de Bildu, aliado del «sanchismo». Existe, en resumidas cuentas, el convencimiento general de que los comicios del 28-M van más allá de los posibles relevos en los Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades y de los compromisos de unos y de otros candidatos para mejorar la sanidad, la educación, el medio ambiente, el alquiler de la vivienda o la limpieza de las calles.
Para la Real Academia, el plebiscito es una «resolución tomada por la mayoría en una votación popular directa». Una especie de referéndum. Originariamente en la Roma antigua, donde se inventó, era la voz de la plebe, del pueblo llano, sin depender de los patricios o clase dirigente. Tenía algo de revolucionario. Con la llegada del Imperio, a partir de Tiberio desaparecieron los plebiscitos y el pueblo dejó de ejercer el poder legislativo. No es la primera vez que en España unas elecciones locales se convierten en un plebiscito de carácter nacional. Las de abril de 1931, sin ir más lejos, se llevaron por delante la Monarquía y condujeron a la República. Los mismos que ahora se quejan de que la presente campaña se ocupa más de los asuntos políticos nacionales que de los locales no ocultan su entusiasmo con las consecuencias revolucionarias de aquellas elecciones históricas.
Esta vez no se va a llegar a tanto. Sin embargo, los resultados del domingo van a medir el aprecio o desprecio del pueblo al modelo de Gobierno de coalición que encabeza Pedro Sánchez y a su forma personal de gobernar. Es lo que está en juego. Ha sido un experimento político arriesgado en unas circunstancias complicadas. ¿Debe continuar? No será un plebiscito propiamente tal, pero se le parecerá mucho. Señalará la tendencia con vistas a las elecciones generales del próximo otoño.
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