Sin Perdón
Un plebiscito al sanchismo
«Con este gobierno hemos llegado a la más escandalosa utilización de los medios públicos al servicio del PSOE»
La hiperactividad de Sánchez en esta campaña y la descarada utilización del Consejo de ministros como correa de transmisión de sus anuncios electorales ha convertido estas elecciones en un interesante plebiscito del sanchismo. Los candidatos autonómicos o municipales son meros figurantes que actúan como teloneros del secretario general del PSOE. A estas alturas parece que tengamos que elegir entre su continuidad o derrota. Ningún presidente del Gobierno ha utilizado el Boletín Oficial del Estado (BOE) como si fuera, en este caso, la hoja parroquial de la sede socialista. El aparato propagandístico de La Moncloa ha diseñado una campaña en la que Sánchez hace un anunció que luego aprueba el Consejo de ministros. Han conseguido que las instituciones no estén al servicio de los ciudadanos, sino de sus intereses. Estamos ante una perversión del sistema, porque la Administración tiene que ejecutar las políticas del gobierno y desarrollar las funciones que le marca el ordenamiento jurídico, pero no debe ser un instrumento partidista. Con este gobierno hemos llegado a la más descarada y escandalosa utilización de los medios públicos al servicio de los intereses del PSOE y sus aliados.
La complicidad de la izquierda mediática permite contar con su inestimable apoyo. No sucedería lo mismo si lo que hemos vivido en los últimos años hubiera estado protagonizado por el centro derecha. Lo comprobamos estos días con la campaña desatada contra Ayuso, la manipulación sobre Doñana o las mentiras con la urbanización de Trebujena que había apoyado el PSOE andaluz. Por supuesto, los medios y los periodistas de izquierdas irrumpen como censores que descalifican todo lo que haga o diga el PP. La estrategia es que los gobiernos populares lo hacen todo rematadamente mal y se descalifica a Feijóo por anunciar la derogación de las leyes aprobadas por el sanchismo. Por supuesto, cuando Zapatero llegó al gobierno y lo hizo les pareció muy bien. Nunca olvidaré lo que decían sobre las catastróficas medidas económicas de Solbes y Salgado, cómo ignoraron la herencia que encontró el PP tras ganar las elecciones de 2011 y la brutal campaña que sufrió su gobierno por las medidas que tuvo que adoptar para impedir el rescate. Ahora, incluso se apropian de la derrota de ETA mientras se muestran orgullosos de pactar con los filoetarras.
Uno de los fundamentos del sanchismo es el pensamiento único. La oposición es mala porque no le apoya y, por supuesto, no presenta ninguna alternativa. Es la conversión de la mentira en un arte. No critico que Sánchez haga de Sánchez, sino la ausencia de pensamiento crítico que existe entre sus fervorosos altavoces mediáticos. No es serio decir que el PP no tiene propuestas o descalificar a Feijóo y su equipo cuando el gobierno socialista comunista está formado, en una gran mayoría, por políticos inexpertos y con una escasa formación. Por supuesto, este nivel se extiende a buena parte de los altos cargos nombrados por el PSOE y a la práctica totalidad de los de Podemos. El resultado del 28-M se ha convertido tanto en un plebiscito sobre el sanchismo como en unas primarias de las generales. La lectura será en clave nacional, algo lógico porque las elecciones, si se cumplen las previsiones, serán en diciembre.
Los barones socialistas abrazaron hace tiempo el populismo más descarado y una buena parte de ellos detesta a Sánchez, aunque es absurdo tomarse en serio los intentos de distanciarse. No hay más que ver al mediocre Javier Lamban que empezó como concejal de Ejea de los Caballeros en 1983 y se convirtió, en el peor de los sentidos, en un político profesional a la espera de jubilarse con un cargo público. Ahora parece que es sanchista, a pesar de todo lo que ha dicho en público o en privado, y su única crítica ha sido por los etarras en las listas de Bildu. Como no consiga revalidar la presidencia aragonesa, arremeterá contra Sánchez como harán todos aquellos que tengan que pasar a la oposición. Aragón, la tierra de mi abuela materna, ha sido una de las grandes olvidadas, como Extremadura, por el gobierno socialista comunista.
La victoria o el fracaso del sanchismo dependerá, como es evidente, de qué partido gana las elecciones municipales y los cambios que se produzcan en los gobiernos autonómicos. Otro aspecto importante será ver el grado de fracaso que coseche el PSOE en la comunidad de Madrid y la capital de España. En este sentido, Ayuso puede convertirse, una vez más, en la némesis de Sánchez y del gobierno socialista comunista. En las anteriores, acabó con Pablo Iglesias y, en estas, puede suceder lo mismo con Podemos, así como con el secretario general del PSOE. Iglesias se juega la supervivencia de su chiringuito. Si cosecha un gran fracaso no tendrá capacidad de negociación con su archienemiga Yolanda Díaz. Por supuesto, si aguanta podrá forzar una coalición de Podemos con Sumar. Es algo que no quieren la vicepresidenta y sus aliados.
Esta semana se sucederán los anuncios electorales, porque Sánchez se juega su supervivencia. Es bueno recordar que son gratis total. Una cosa es prometer y otra muy distinta es cumplir. No importa que no tenga competencias o que los recursos no existan, porque solo persigue llegar a la meta. Es una forma de comprar voluntades, aunque estoy convencido de que estas malas prácticas no funcionan. La economía española aguanta la crisis gracias a la respiración asistida que nos ofrece el Banco Central Europeo y los esfuerzos de las empresas. No hay dinero para tanto despilfarro. Las promesas del sanchismo tienen fecha de caducidad, porque son fuegos de artificio.
Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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