A pesar del...
«Podemos recordarlo por usted al por mayor»
En muchos de estos relatos, empezando por «Podemos recordarlo», late el recelo frente al poder, no solo por el riesgo de los aspectos nocivos de la tecnología –máquinas con inteligencia artificial que aprenden y atacan–, sino el poder en sí
Gustavo de Dios, compañero de Onda Cero en Canarias, me recomendó este relato de Philip K.Dick para mi nueva sección sobre Literatura y Economía en La Brújula con Rafa Latorre. Se lo agradezco, porque he podido leer las obras de Dick con gusto, lo que cabía esperar del autor de «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», que fue la base de «Blade Runner», nada menos.
Hablando de cine, «Podemos recordarlo por usted al por mayor» fue llevada al cine dos veces, protagonizada primero por Arnold Schwarzenegger, y después por Colin Farrell, en el papel de Douglas Quail, el hombre que quiere ir a Marte, pero no puede financiar el viaje, y entonces recurre a una empresa que le implanta los recuerdos de una visita imaginada al planeta rojo. Todo se complica, y aparecen los temas favoritos de la ciencia ficción de Dick, que están en este relato y en otros, desde la percepción distorsionada de la realidad y los recuerdos, hasta la alteración del tiempo y el espacio (por ejemplo: «Su cita será ayer»), y, por supuesto los robots y los alienígenas, de cuya peligrosa invasión se habla en «Combate sagrado».
Hay alusiones económicas, como la teoría del valor subjetivo en «Extraños recuerdos de la Muerte», y los subsidios como desincentivo al trabajo en «Cadbury, el castor necesitado».
En muchos de estos relatos, empezando por «Podemos recordarlo», late el recelo frente al poder, no solo por el riesgo de los aspectos nocivos de la tecnología –máquinas con inteligencia artificial que aprenden y atacan–, sino el poder en sí, como se ve en la sátira al comunismo chino titulada «La fe de nuestros padres».
Me impresionó especialmente el cuento «Las prepersonas», con un profundo mensaje ético y liberal. Describe cómo el poder ha ido controlando la moral de las personas, y legislando sobre ella hasta que, con un argumento pretendidamente científico –el clásico bulo: «no hay suficientes recursos en la Tierra»– deciden extender el aborto más allá del nacimiento del feto, y empiezan a secuestrar y asesinar a niños, pero solo a las llamadas prepersonas, menores de doce, porque «la ley dice que un chico de doce años ya tiene alma».
Dick recibió muchas críticas, y replicó: «Siento mucho ofender a quienes están en desacuerdo conmigo sobre el aborto bajo demanda, pero en aras de las prepersonas no lo siento».
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