
Sin Perdón
¿Es posible la paz en Oriente Medio?
«El apoyo europeo y el reconocimiento de Palestina no beneficia a los moderados, sino a Hamás que demostraría que su estrategia de violencia obtiene réditos»
Es una de las respuestas más complicadas para cualquier experto en política internacional. El resto, podemos tener alguna opinión, más o menos fundada, aunque en estos tiempos surgen expertos movidos por ideas preconcebidas que están marcadas por un profundo antisemitismo y una manifiesta antipatía contra Netanyahu. La existencia del antisemitismo es una realidad tan objetiva como milenaria. Es cierto que cuando se produjo la brutal matanza del 7 de octubre de 2023 hubo una reacción en favor de Israel, como era previsible, pero no tardó en cambiar. Por supuesto, los terroristas han utilizado a la propia población gazatí y a los rehenes en su estrategia criminal. Desde que comenzó la ofensiva en Gaza para acabar con el grupo terrorista Hamás y liberar a los rehenes, la simpatía de los dirigentes europeos, las élites intelectuales, el mundo de la cultura y los periodistas está mayoritariamente al lado de los palestinos. Han sentenciado, utilizando la información del ministerio de Sanidad controlado por Hamás y las imágenes de una guerra, algunas manipuladas, que hay un genocidio y que el ejército israelí y su gobierno quieren que la población se muera de hambre.
La sociedad europea es muy caprichosa en el terreno informativo. Durante meses estuvo preocupada por Afganistán, pero ahora no le interesa lo que sucede allí y los yihadistas han impuesto un régimen dictatorial, como hacen habitualmente en los países y territorios que controlan. Por supuesto, la mujer está sometida al integrismo islámico. Es lo que sucedería si triunfa Hamás, que cuenta con un amplio apoyo de la población palestina en Gaza y Cisjordania. El apoyo europeo y el reconocimiento de Palestina no beneficia a los moderados, sino a Hamás, que demostraría que su estrategia de violencia obtiene réditos. Nunca ha buscado un acuerdo con Israel, sino su destrucción. Es la diferencia profunda con Fatah, que utilizó durante mucho tiempo la violencia, pero finalmente entendió que la única opción era la coexistencia de los dos estados. Esto condujo a la creación de la Autoridad Autónoma. Hay que tener en cuenta que las últimas elecciones legislativas palestinas se celebraron el 25 de enero de 2006, en las que Hamás obtuvo alrededor del 44% de los votos y la mayoría de los escaños en el Consejo Legislativo Palestino. Por su parte, Fatah consiguió cerca del 41% de los votos y pasó a la oposición. Las últimas presidenciales fueron en enero de 2005, que dieron la victoria a Mahmud Abás, el líder de Fatah que sucedió a Arafat. Desde entonces no se han celebrado elecciones legislativas o presidenciales en los Territorios Palestinos. Es otra realidad que olvidan los defensores de los palestinos y los detractores de Israel.
No hay que olvidar que cuando hablamos de palestinos, hay que incluir a los seguidores de Hamás. Hay que preguntarse sobre el papel de los países musulmanes. Una parte ha reconocido a Israel y mantenía unas relaciones más o menos fluidas. El problema siempre ha sido la existencia de los radicales islamistas que querían un único estado palestino y la expulsión de los israelíes. Antes de la espeluznante masacre del 7 de octubre de 2023, Israel y Arabia tenían unas negociaciones muy avanzadas. El acuerdo trilateral impulsado por Estados Unidos pasaba porque Arabia Saudí reconocía a Israel, que haría concesiones a la Autoridad Palestina, y Estados Unidos ofrecía a Riad un acuerdo de defensa mutua y asistencia en energía nuclear civil. Los saudíes ponían como condiciones que hubiera progresos concretos, algo que ha venido siendo una constante, para conseguir el establecimiento de un Estado palestino viable, detener la expansión de asentamientos israelíes en Cisjordania y garantías de seguridad y tecnología militar avanzada por parte de Estados Unidos.
Antes de la masacre parecía que el acuerdo para alcanzar la normalización entre ambos países podía ser a finales de 2023 o principios de 2024. Es bueno recordar la importancia decisiva de Arabia Saudí en el mundo árabe y que es uno de los principales financiadores de la Autoridad. Esto cambió tras el ataque de Hamás y la posterior ofensiva israelí en Gaza. El gobierno saudí emitió un comunicado el 14 de octubre de 2023 suspendiendo el proceso a la vez que acusaba a Israel de «violar los derechos del pueblo palestino» y exigiendo un alto del fuego inmediato. Nada de lo negociado hasta ese momento servía, ya que endureció las condiciones. Ahora tenía que producirse un reconocimiento explícito del Estado palestino con las fronteras de 1967 y que la capital estuviera en Jerusalén Este, el fin del asedio a Gaza y la reconstrucción con participación saudí y el compromiso israelí de detener acciones unilaterales que afecten al futuro Estado palestino. El marco para la paz debía estar basado en la Iniciativa Árabe de 2002.
A esto hay que añadir los intereses de Irán, que controla tanto a Hamás como a Hizbulá. Es un enemigo de Israel, Estados Unidos y Arabia Saudí, que es su gran rival en Oriente Medio. Los iraníes negaron haber ordenado el ataque, algo poco creíble, pero lo calificaron como una respuesta legítima a la ocupación israelí. En este sentido, el canciller iraní afirmó que «la resistencia palestina frustró el complot de normalización entre Israel y algunos países árabes», refiriéndose claramente a los saudíes. Lo sucedido y el apoyo europeo a la mal llamada y entendida causa palestina en estas circunstancias solo benefician a Irán y a Hamás. Ha conseguido evitar que Arabia se acerque a Israel y se encuentre una salida moderada que pasaba por fortalecer a Fatah, refuerza su papel como principal defensor de la causa palestina en el mundo musulmán, desvía la atención de su propia situación interna y sus sanciones internacionales y, finalmente, utiliza el conflicto para fortalecer a sus aliados y proyectar su poder regional. Por tanto, el papel europeo es un nuevo disparate que, si tuviera éxito, crearía un Estado palestino yihadista controlado por Hamás, que sería una marioneta de Irán.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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