Y volvieron cantando

Y de postre, un «Tezanos exprés»

Vox habrá de debatirse entre ayudar al cambio político con altura de miras o actuar solo en clave de supervivencia

Poco va a tardar el CIS de Tezanos en brindarnos un sondeo exprés mostrando a los cuatro vientos el «subidón» del PSOE frente al «inane» PP, tras una sexta moción de censura de nuestra democracia –la menos decisiva a la par que más estrafalaria– en la que el presidente censurado se va con los deberes hechos de haber aprovechado el pase en corto y al pie brindado por las urgencias demoscópicas de Vox, no solo recolocando su argumentario preelectoral en sede parlamentaria, sino lanzando a su «ticket» Yolanda Díaz como pretendida nueva «prima donna» de la izquierda. Pero en jueves día después, difícilmente puede haber una medición mínimamente científica en la que se afirme con cierta rotundidad, ni que el partido socialista toma impulso a lomos de Sánchez para voltear unos sondeos nada prometedores se pongan como se pongan, ni que Vox haya conseguido recuperar el aliento tras su entrada en barrena con la operación «Olona» –más bien puede haber aumentado considerablemente el despiste de su parroquia– ni que el PP se haya resentido ante una supuesta pérdida de la iniciativa, muy al contrario, una inteligente gestión de la situación puede alimentar el voto útil hacia la formación de un Núñez Feijóo que empieza a reparar en que es justo su indiferencia hacia Sánchez lo que más exaspera al presidente.

El líder popular lleva meses comprobando que la política de la corte es un bidé lleno de pirañas que nada tiene que ver con la periférica placidez gallega apuntalada por sólidas mayorías absolutas; sabe también que el entusiasta optimismo de algún cerebro gris de la demoscopia solo se mantiene recuperando la iniciativa ante el rodillo de la maquinaria propagandística de Moncloa-Ferraz y consciente de que, un superviviente nato como Sánchez, siempre va a tener un gancho al hígado guardado dentro de su amplio repertorio, pero sobre todo sabe que, aun tomado en gran parte el espacio de centro antes prestado a Ciudadanos, el «ADN» de su partido no se corresponde con todo lo que suponga desprecio político a un vecino de la derecha contigua que, si no ha llegado para quedarse, al menos permanecerá su tiempo en el escenario político. Vox habrá de debatirse entre ayudar al cambio político con altura de miras o actuar solo en clave de supervivencia y en este punto, la moción de Tamames debería ser la última ocurrencia del partido de Abascal. Veremos.