Opinión

Puigdemont domina la partida

La firma del acuerdo de la ley de amnistía entre Sánchez y ERC, anticipándose a Junts, es un intento desesperado de borrar la percepción que tiene la sociedad española de que Puigdemont es el director de orquesta.

La firma del acuerdo de la ley de amnistía entre Sánchez y ERC, anticipándose a Junts, es un intento desesperado de borrar la percepción que tiene la sociedad española de que Puigdemont es el director de orquesta.

Como era previsible, Puigdemont no está dispuesto a dejarse arrebatar el protagonismo del momento y permitir que ERC capitalice la claudicación de Sánchez. El primer misil que ha lanzado es hacer tambalearse la fecha de investidura prevista por la dirección socialista.

Llegados a este punto, Junts no va a dejar escapar la oportunidad de rebanar otra libra de carne de las costillas del Estado en favor del independentismo, pero tampoco va a dejar los laureles a su sempiterno competidor local, ERC.

La investidura se llevará a cabo a un precio brutal, sin tener en cuenta los 15.000 millones de euros que se embolsará la Generalitat, Sánchez tira de chequera a sabiendas de que no es suya.

El otro frente que tiene que salvar el líder socialista es el judicial. La ley de amnistía deja en entre dicho a los jueces españoles porque Bruselas puede interpretar, primero, con los indultos, después con la ley de amnistía, que las sentencias del procés fueron desproporcionadas.

Esta situación, sumada al bloqueo en que se encuentra el Consejo General del Poder Judicial, algo que preocupa Europa, y que, previsiblemente, seguirá bloqueado tras los últimos enfrentamientos entre Feijóo y Sánchez, anticipa algo más que malestar entre los jueces y magistrados.

Hace ya mucho tiempo que el líder socialista ha renunciado a acuerdos con el PP en todos los ámbitos y, especialmente, en materia judicial. El rumbo que ha tomado es el de intentar controlar la Justicia a través del BOE, ya ha habido algunos intentos, pero habrá más a lo largo de la próxima legislatura.

De momento, Sánchez ejerce el poder absoluto dentro del PSOE, por ese lado no va a tener réplicas. Otra cosa son las consecuencias para el Partido Socialista en los distintos territorios.

Si ya fue difícil para García Page mantener el gobierno de Castilla-La Mancha, cuya posición de rechazo a la política de alianzas de Sánchez era explícita, dirigentes a medio consolidar, como Lobato que ni siquiera ha sido capaz de superar a Más Madrid en votos, tienen los días contados. Los cuadros medios perciben que la debacle en los territorios va para largo y empiezan a afilar las navajas para rascar el poco poder que queda.