«De Bellum luce»

Puigdemont se salva; ¿Junts, muere?

El guion que construyen en la órbita de Moncloa dice que Puigdemont puede acabar tragando con que se maree la perdiz

Si Salvador Illa acierta, según lo que van contando que dice, la operación investidura de Pedro Sánchez se saldará con una amnistía para el independentismo, que ya dan por amortizada aunque quede un duro trámite parlamentario y un explosivo choque con la justicia, y con una fractura de Junts de impredecibles consecuencias. Dicho de otra manera, que lo que saldrá de aquí será un evidente beneficio personal para Carles Puigdemont, con su vuelta a casa a costa de lo que queda de su partido: y un beneficio personal también para Sánchez, el de seguir en Moncloa. Y ya estaría, porque el pacto político lo rebajan a papel que recoge posiciones diferentes, sin efectos jurídicos.

Illa es un peón clave en la estrategia del presidente del Gobierno. Y si se atiende a lo que hablan en ese entorno, el plan trazado es pagar con la amnistía, y que el pacto político firmado con Puigdemont, y donde aparece el punto más delicado para la convivencia con la UE de este acuerdo de investidura, el del «law fare», acabe diluyéndose con verificador incluido. Esto provocaría una crisis dentro de Junts entre los que se echaron al monte, y no han vuelto, y los más convergentes, que soberanistas, y que apuestan por retomar el camino de la política y de ese pragmatismo que Puigdemont tanto criticó a ERC en la pasada Legislatura. El guion que construyen en la órbita de Moncloa dice que Puigdemont puede acabar tragando con que se maree la perdiz, y con que el pago sea la impunidad, que ya bastante es, sin que por el camino se creen esas comisiones parlamentarias de control de la Justicia que sí harían saltar a Bruselas. Tampoco habría pactos fiscales con pretensiones de ir más allá del cupo vasco.

Moncloa cuenta con un primer Presupuesto, que le da dos años de vida, y necesitaría un segundo para poder garantizarse la Legislatura entera. Pero dos, tres años, ya es tiempo suficiente, y si vienen malas Sánchez se buscará, antes de caer, una salida en Bruselas, quede como quede de empantanada la política nacional por el efecto expansivo de los acuerdos de investidura, y se ejecuten hasta donde se ejecuten.

Por si acaso, el PP debería prepararse para hacer oposición más allá de la cuestión de la amnistía y del debate territorial, y hacer un marcaje a cada uno de los nuevos ministros que supere las declaraciones disruptivas y sonoras que no van más allá de un titular y que son recogidas en Moncloa como un balón de oxígeno para poner sordina al guirigay de sus socios.