
El canto del cuco
El puto amo
Ningún gobernante desde Franco ha mandado tanto con menos apoyo popular, lo que es inquietante.
El ministro Oscar Puente, ese «trumpista de izquierdas», como lo calificó Pablo Iglesias, lleva razón: Pedro Sánchez es «el puto amo». Es el que manda aquí. Ningún gobernante desde Franco ha mandado tanto con menos apoyo popular, lo que es inquietante. La fulminante destitución de Pallete en Telefónica no deja lugar a dudas. El mundo del dinero ya sabe a qué atenerse. Su inclinación a la derecha tendrá consecuencias a partir de ahora. Así que todo el mundo callado y a sus órdenes. A los del Ibex los quiere sumisos, como a los militares y a la Iglesia. Con Indra, Telefónica y Correos en su mano, la posibilidad, en caso de apuro, de hacer trampa en las elecciones , como intentó en el partido y como temen los mal pensados, está al alcance de su mano. Además Telefónica guarda los secretos de conversaciones comprometedoras para el desenlace judicial de los casos que le afectan de cerca. Este hombre no da puntada sin hilo.
Tiene al partido en un puño. Hasta Page de la Mancha le muestra sumisión y reverencia. En las demás Comunidades ha puesto a sus peones de confianza sin apenas resistencia. Manda en el Congreso de los Diputados, donde la presidente, Francina Armengol, es una súbdita obediente. Manda en el Tribunal Constitucional, con Conde Pumpido de peón de confianza, dispuesto a cumplir la voluntad del «puto amo». Manda en la Fiscalía General del Estado con un presunto delincuente al frente. Manda en el Banco de España. Manda en el CIS, con el servicial y patético Tezanos. Manda con descaro en Prisa y en TVE. Y, en contra de lo que se dice, manda en Carles Puigdemont, al que desprecia y tiene a su servicio, amenazándole con convocar elecciones, con meterlo en la trena o con dejarlo tirado en Waterloo. Los que confiaron alguna vez en las amenazas del político catalán, prestando un servicio a la democracia, se llevarán un buen chasco.
¿Qué queda fuera del dominio de Sánchez? Queda el Rey, maniatado, al que ignora y desaira siempre que puede. Queda Feijóo, en el PP, cuya oposición es manifiestamente mejorable, que suplica apoyo europeo para parar los pies al autócrata, pero que no se atreve a presentar una moción de censura. Queda Abascal, en Vox, que le sirve de pretexto perfecto para continuar en el poder y presentarse como adalid mundial contra la ultraderecha que viene. Y quedan, como última instancia, Isabel Díaz Ayuso y el pequeño reducto de la Justicia y la Prensa independientes, atacadas despiadadamente. A ver cuánto son capaces de resistir sin rendirse.
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