
La situación
Lo que mi patria me exige
«Suárez pudo convocar elecciones o someterse a una cuestión de confianza, pero optó por presentar su dimisión»
Ni elecciones ni cuestión de confianza. Y punto. Lo certificó el presidente del Gobierno el pasado jueves, cuando se conocieron las andanzas de Santos Cerdán, y lo ha reiterado tras su retiro reflexivo (el segundo en poco más de un año, después de aquellos extravagantes cinco días de abril de 2024), y ante la dirección de su partido. Sin embargo, no se habla de una tercera opción.
En enero de 1981, Adolfo Suárez anunció su dimisión como presidente del Gobierno. Nada tiene que ver aquella situación con la actual (ni aquel presidente con el actual). En 1981 no había un problema de corrupción, sino de golpismo y terrorismo, en plena Transición. Suárez pudo convocar elecciones o someterse a una cuestión de confianza, pero optó por presentar su dimisión porque era lo que el presidente consideraba que «mi patria me exige en este momento».
La UCD gobernante eligió a Leopoldo Calvo Sotelo como candidato a la presidencia. Se presentó a la investidura y la consiguió, después del intento de golpe del 23-F (eran otros tiempos, afortunadamente).
Un dirigente político, como Pedro Sánchez, que alcanzó el poder debido a la corrupción del gobierno anterior, tiene dificultades para sostener un argumento que justifique dilatar su estancia en el poder, con la lista de personas cercanas investigadas en los tribunales. Y no parece imposible que el PSOE pudiera encontrar un recambio adecuado, salvo que se haya deslizado por el desfiladero del hiperliderazgo, y, como dijo Joaquín Leguina, Sánchez no sea el secretario general, sino el dueño del partido.
En los primeros años 90, Felipe González creyó cumplido su proyecto y se planteó ceder la presidencia a su entonces escudero Narcís Serra, pero el PSOE no se lo permitió, por pánico al vacío. En 1996, Felipe perdió las elecciones y su partido entró en una profunda depresión. En 2010, Zapatero, en lugar de dimitir, aplicó las medidas de recorte más severas de la historia, en contra de su propio criterio y «me cueste lo que me cueste», dijo. En 2011, el PSOE perdió el poder y entró en un socavón. El socavón derivó en Pedro Sánchez.
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