Tribuna
¡Que viene el oso!
No parece probable que ni a corto o medio plazo, Rusia tenga intención alguna de ocupar toda Ucrania
Acabo de leer que las Fuerzas Armadas de Polonia van a casi duplicarse en breve plazo llegando a los 200.000 hombres con el objetivo de llegar a 300.000, convirtiéndose en las mayores de la Alianza Atlántica en Europa.
En números redondos, Estados Unidos cuenta con 1,4 millones de militares en activo, Francia e Italia con 200.000, Alemania 180.000, Reino Unido con 150.000 y España con 120.000, por lo tanto, unas Fuerzas Armadas de 300.000 militares es una estructura nada desdeñable. Alemania quiere aumentar también su dotación.
Por otro lado, el Cuartel General del 5º Cuerpo de Ejército norteamericano, que hace años estaba en Alemania perteneciente a la Estructura de Fuerzas de la OTAN y que Estados Unidos pretendía retirar, se ha desplazado a Polonia con una fuerza inicial de 10.000 hombres sujeta a refuerzos «earmarked».
Si analizamos la geografía, Polonia no tiene frontera con Rusia, salvo en el enclave ruso de Kaliningrado en el Sur de Lituania, y le separa de la Federación rusa los grandes territorios de Ucrania y Bielorrusia. Por lo tanto, si el gobierno de Polonia está triplicando su fuerza militar ante la posible invasión completa de Ucrania por parte de Rusia y Estados Unidos ha desplegado su 5º Cuerpo de Ejército para prevenir la invasión rusa de Polonia, la amenaza debería ser creíble.
Para que ello fuera cierto, Rusia debería ocupar todo el territorio de Ucrania, aunque no se ven indicios de que vaya a hacerlo, pues por el momento solo controla el Donbass en la frontera con Rusia y la península de Crimea, lo que representa un 20% del territorio de Ucrania, y se ha establecido en defensiva; y debería desplegar varios Cuerpos de Ejército en territorio de su aliado bielorruso, lo que le llevaría tiempo. Además, tendría al menos que neutralizar a Finlandia en el norte.
Por otro lado, para la operación militar especial rusa limitada a controlar la ciudad de Kiev, ocupar el Donbass y asegurar Crimea, se desplegaron unos 100.000 hombres. Con esa escasa fuerza y con acciones en tantas direcciones de ataque y múltiples objetivos estaba claro que pecaron de exceso de confianza y ambición, de falta de prudencia o minimizaron al ejército ucraniano. Si lo comparamos con los 500.000 militares, o 750.000 según otras fuentes, que el Pacto de Varsovia movilizó para ocupar Checoslovaquia en 1968, tres veces más pequeña que Ucrania, hay algo que no cuadra en esa idea de invadir totalmente Ucrania.
En consecuencia, no parece probable que ni a corto o medio plazo, Rusia tenga intención alguna de ocupar toda Ucrania, y aún menos Polonia o cualquier otro país de la Alianza, ni por supuesto atacar al 5º Cuerpo de Ejército norteamericano en Polonia.
Si eso parece que es así, no termina de entenderse la militarización derivada de la campaña orquestada en muchos medios sobre el renovado «imperialismo» ruso, sobre la intención rusa de volver a dominar los países que conformaron la Unión de Repúblicas Socialistas y de forjarse un relevante puesto como actor internacional como tuvo la URSS. Esos medios también han defendido la tesis de que el objetivo ruso era dominar Ucrania. Sin embargo, la fuerza operativa puesta en movimiento no se corresponde en absoluto con ese objetivo.
No obstante, hay algo que me preocupa. Si Polonia estuviera tranquila bajo el paraguas de seguridad y defensa de la OTAN, o incluso bajo la cobertura de la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE ¿por qué triplicar sus fuerzas militares? ¿Falta de confianza? Solamente los siete países mas poderosos de los 31 miembros de la OTAN suman unos 2,5 millones de soldados y cuentan con creíbles capacidades militares.
Por todo ello tengo la impresión de que la amenaza de «que viene el lobo», en este caso el oso, ha cundido en muchos países, algunos otrora neutrales y ahora aliados en la OTAN, creando una especie de psicosis colectiva en la búsqueda del reforzamiento de las capacidades militares en previsión de la Tercera Guerra Mundial, para los más exagerados, o la invasión completa de Ucrania y luego, quién sabe, Polonia para los menos osados.
En definitiva, como analista independiente que intenta evitar cualquier sesgo en sus valoraciones, tengo la impresión de que la supuesta amenaza rusa sobre Europa no parece sino una excusa para conseguir otros fines. Quizá esté equivocado, pero los datos, y no los relatos, confirman mi tesis.
Luis Feliu Bernárdez.General de brigada retirado.
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