El trípode

Real Decreto Ley a cambio de regresar a Cataluña

Teniendo en cuenta que Junts es solo uno de los seis socios y aliados del PSOE, que a su vez incluyen en su interior a una amplia miscelánea de siglas –distintas y distantes entre sí–, es todo un aviso a navegantes.

El caos y el «muro» que ha creado el sanchismo, se traslada a todos los frentes y en todos los ámbitos de nuestro país, por un Gobierno que se encuentra instalado en la inestabilidad consustancial a su surrealista composición. Hoy en el Congreso, se debate la convalidación de tres Decretos Ley, ocasión que Puigdemont, el jefe de los siete diputados de Junts no ha dejado escapar como oportunidad para seguir dejando claro –por si alguien no se había enterado todavía– que «quien manda es él». Teniendo en cuenta que Junts es solo uno de los seis socios y aliados del PSOE, que a su vez incluyen en su interior a una amplia miscelánea de siglas –distintas y distantes entre sí–, es todo un aviso a navegantes.

El ejemplo de lo sucedido con Podemos, subsumido y minusvalorado por la plurinacional comunista Yolanda, y ahora con sus cinco diputados teniendo en sus manos hasta la misma continuidad de Sánchez, es todo un serio aviso de ello. Ciertamente debe ser esta la razón principal por la que su secretario general considera que «su» (en posesivo) partido, es un «colectivo vulnerable». Desde luego muy vulnerable a la corrupción es algo acreditado con los EREs, el Tito Berni, «Flick y Flock»… pero ahora es especialmente vulnerable por los excesivos frentes abiertos por su insaciable afán de poder y la necesidad de mantenerse en él para alimentar a tantos estómagos agradecidos. Si el problema fuera sólo ese, aún podría sobrellevarse con paciencia y caridad cristianas, pero ese precio no lo pagan sus agraciados y agradecidos palmeros, sino el conjunto de los españoles.

Así, además de la amnistía que es el premio gordo del sorteo, hay numerosos premios secundarios y ahora se ha conocido uno que resulta muy original viniendo de los supremacistas. Nada menos que pretenden obligar a retornar a Cataluña a todas las 8937 empresas que huyeron del paraíso prometido en 2017. Bajo amenaza de multas a quienes se nieguen a obedecer, resulta una prueba clara de lo que es una economía de mercado y de libre empresa para esos nacionalistas irredentos. Pero además, es también una buena oportunidad para que quienes tienen «ojos para ver y cerebro para entender» vean a dónde han llevado a la pujante y emprendedora Cataluña los actuales «procesistas». Durante los tiempos de Franco, españoles de otras regiones iban allí en busca de mejores oportunidades de vida, y ahora a las empresas se las quiere obligar a regresar bajo amenazas, –porque la seguridad jurídica brilla por su ausencia– y se encuentran mejor alojadas sus sedes sociales alejadas de su paraíso.