V de Viernes

Rebelión en el campo

El triunfo electoral del Movimiento Campesino en Holanda dispara todas las alarmas entre los impulsores de la Agenda 2030 en Europa

No es asunto menor el resultado de las elecciones provinciales de la pasada semana en Holanda, que se saldaron con la victoria del Movimiento Campesino Ciudadano (BBB, BoerBurgerBeweging) en todas las provincias de los Países Bajos, obteniendo además 15 senadores de un total de 75, lo que dificulta la gobernanza del globalista del Partido Popular, Marck Rutte. El primer ministro neerlandés, tras el espaldarazo ciudadano a BBB, no va a tener más remedio que tomar una decisión complicada: o gobernar con el Movimiento Campesino, lo que le obligará a tener que suavizar sus duras medidas contra el cierre de granjas y reducción de emisiones, o bien continuar con su política 2030 aliándose con la izquierda y los ecologistas. Dilema complicado, porque la rebelión en el campo lo ha sido también en las ciudades, en donde se ha impuesto igualmente la organización que agrupa a agricultores y ganaderos.

El movimiento BBB no renuncia al color verde, que identifica con claridad tanto a su bandera como su propaganda electoral, en clara competencia con los partidos ecologistas tradicionales, pero con un mensaje claramente diferenciado. Aman el campo, los animales, la naturaleza, pero de ninguna manera comparten la dura hoja de ruta trazada por Bruselas e impuesta por Rutte a decretazo, un conjunto de drásticas medidas que persigue reducir en un 50 por ciento las emisiones de nitrógeno, supondrá un duro golpe para el 30 por ciento de la cabaña ganadera, la expropiación forzosa de las granjas situadas junto a espacios naturales, abocando todo ello a la quiebra a decenas de negocios agrícolas y el empobrecimiento de sus familias.

La protesta de los agricultores no es nueva. Empezaron montando una versión de la «Caravana de la Libertad» de Canadá, bloqueando carreteras con tractores, echando estiércol en calles y plazas, incendiando heno en diferentes puntos, junto a otras medidas que no han cesado desde este verano y en algún momento incluso llegaron a dificultar la distribución de productos agrícolas en diferentes ciudades. Los agricultores no pretenden irritar a la ciudadanía, pero piden un referéndum sobre la Agenda 2030. Dicen que están siendo injustamente afectados por una reglamentación estricta en exceso, mientras que industrias como la aviación, la construcción y el transporte contaminan y emiten mucho más CO2 y sin embargo tienen una legislación más laxa. Como Rutte no les hacía caso y tampoco los partidos tradicionales, decidieron montar su propio partido, con el espectacular resultado que vemos.

La respuesta del ejecutivo holandés fue siempre negarse a negociar.

Holanda es uno de los mayores productores agrícolas del mundo, con una exportación espectacular de frutas y verduras superior a España, Italia y Portugal juntos, por encima incluso de Alemania o Francia, gracias a años de investigación en técnicas de producción revolucionarias.

Lo que sucede en Holanda puede ser un aviso para otros países europeos.