Canela fina
Reforma de la ley electoral
«Los partidos que no consigan el 5% del voto nacional no tendrán representación en el Congreso, sí en el Senado»
La IV República francesa se estableció en 1946 y se extinguió en 1958. Fue un modelo de democracia pura, conforme a las exigencias políticas tras la II Guerra Mundial. Pero la gobernanza se hizo muy difícil y en once años los franceses asistieron a 23 elecciones de jefe de Gobierno. Cuando Pierre Pflimlin, incapaz de domeñar el terrorismo argelino, decidió entregar Argelia a los independentistas, los generales Salan y Massu amenazaron con caer sobre París. En la Concorde se instalaron sacos térreos y tras ellos soldados armados. Guy Mollet se dio cuenta de la gravedad de la situación, se trasladó a Colombey les deux Eglises y convenció a Charles De Gaulle de que retornara al poder. En una operación ejemplarmente democrática, el general estableció la V República.
Recuerdo un almuerzo en La Tour d’Argent, invitado por Hubert Beuve-Méry. Ni siquiera aquel inolvidable pato a la naranja, acompañado por el rumor del Sena, pudo distraerme de lo que me decía el gran periodista francés: «Solo hay una fórmula para que funcione la nueva República: la reforma de la ley electoral, pero De Gaulle está dudando». Para Beuve-Méry, el general debía establecer un sistema de doble vuelta que facilitara la gobernación del país. «El Jefe del Estado tiene que poder mandar –me dijo– no puede depender de un enjambre de partidos políticos».
He visto íntegramente el larguísimo esperpento de la moción de censura y está claro que, abrasado el bipartidismo por los errores de Albert Rivera en el año 2019, es necesaria la reforma de nuestra ley electoral. Como la doble vuelta resultaría muy complicada, lo eficaz y prudente para varios analistas sagaces sería establecer la misma fórmula que rige en varias democracias europeas: los partidos que no alcancen el 5 por ciento del voto nacional tendrán representación en el Senado, pero no en el Congreso. Conforme a las actuales encuestas, se alzarían con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados: el PP, el PSOE, Podemos (con Sumar), Vox y tal vez Ciudadanos. Si se mantiene la fórmula actual, en caso de que el PSOE ganara sin mayoría suficiente, se repetirá el Gobierno Frankenstein y Sánchez, para la investidura, necesitará de nuevo a los bilduetarras y a los independentistas vascos y catalanes.
Luis María Anson,de la Real Academia Española.
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