Sin Perdón

La rendición de Marta Rovira

«El pesebre catalán, incluyendo Barcelona, es muy suculento y mucha gente está a la espera de destino»

He de reconocer que estaba convencido de que Cataluña caminaba con paso firme hacia la repetición electoral, pero el entreguismo de Marta Rovira permite augurar lo contrario. Cree que elige la solución menos mala. La formación de un frente con Puigdemont, tras el desastre de las últimas elecciones, la situaba en un segundo plano. En cambio, entregarse a Sánchez tiene sus ventajas, porque podrá actuar como agencia de colocación. El pesebre catalán, incluyendo Barcelona, es muy suculento y mucha gente está a la espera de destino. Hay una «industria», dicho irónicamente, alrededor de las instituciones catalanas. Tenemos el gobierno, las diputaciones, los ayuntamientos, las empresas públicas y las universidades. Es un ecosistema que conozco muy bien desde que era un estudiante. El sistema es enormemente generoso con los suyos. Es decir, los independentistas y la izquierda liderada por los socialistas. El mundo asociativo recibe decenas de millones, pero también están los medios de comunicación, tanto públicos como privados. Con el tiempo he descubierto que el espíritu emprendedor es algo más propio de la época de mis padres o abuelos.

Nos hemos convertido en una sociedad muy dependiente del poder político y que está llena de funcionarios, interinos y contratados laborales. Es lo que hay. La guerra en ERC es fascinante, porque parece surgida de un drama histórico de Shakespeare. Los clásicos siempre son útiles. Rovira está interesada en resolver sus problemas personales y seguir en Suiza, controlar ERC y colocar al mayor número de gente posible. Por supuesto, lo vestirá como si hubieran alcanzado un acuerdo muy ventajoso sobre financiación autonómica para así justificar la ruptura de la unidad independentista y la definitiva sumisión al frente sanchista. La colocación de militantes afines o su continuidad en las administraciones catalanas servirá para comprar adhesiones y controlar a la militancia. Por el camino ha acabado con Junqueras, aunque sigue inmerso con su meritorio esfuerzo de conseguir votos para recuperar el liderazgo. Rovira quiere regresar como la vencedora frente a un Estado opresor, aunque olvidando que su amigo Sánchez era el adalid del 155, defendía que fue una rebelión y actúo como un represor, por utilizar la terminología independentista, cuando llegó al gobierno. ERC camina con paso firme a la irrelevancia de la época pujolista.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).