El canto del cuco
Repaso al tablero
Sánchez piensa que a la derecha, ni agua, y Feijóo está convencido de que recuperar la concordia nacional sólo será posible sin Sánchez
Repasemos el tablero político después de los últimos movimientos. No parece que la pasajera agitación de la moción de censura haya modificado mucho la situación. Ha servido si acaso para colocar a cada pieza en su sitio ante el año electoral. Ha revelado, desde luego, la estrategia y artimañas de los principales contendientes. Pedro Sánchez ha promovido a Yolanda Díaz, la comunista gallega de forzada sonrisa, teñida de rubio y vestida de blanco, para que se haga cargo de las dispersas fuerzas de la extrema izquierda, absorbiendo a Podemos y convirtiéndose en el futuro soporte de un Gobierno presidido por él. Alberto Núñez Feijóo, por el contrario, prefiere no establecer compromisos previos con nadie y ha decidido caminar sin engorrosas compañías hacia las urnas, con la aspiración de poder gobernar en solitario o con apoyos puntuales desde fuera cuando llegue la ocasión. Hoy Feijóo parece más convencido de ganar que Sánchez. Y las encuestas le dan la razón.
En la izquierda el problema candente es la resistencia de los círculos de Pablo Iglesias a integrarse en la «Operación Yolanda-Sánchez». La suma no está clara. En la derecha el problema está en la resistencia de Abascal a dejar gobernar en solitario al Partido Popular caso de que Feijóo roce la mayoría absoluta. Se niega a ser convidado de piedra, aunque eso favorezca los planes del sanchismo. Sánchez confía en la buena imagen, y en la docilidad, de su compañera de tíquet, a la que van a apoyar a fondo desde el poder y sus aledaños. Feijóo confía en que una proporción considerable de votantes moderados de Vox regresen en los próximos meses a la casa común. Ya han empezado. En todo caso, como se ve, la inestabilidad de la política nacional se origina en los extremos del tablero. Este largo proceso electoral va a poner a prueba el papel, y acaso la misma supervivencia, de los partidos nuevos.
Hay, por lo demás, una diferencia de suma importancia en los planteamientos de Sánchez y Feijóo. Mientras Sánchez se reafirma en su política ideológica de bloques enfrentados, –¡o sea, más de lo mismo!–, con desprecio a la oposición de derechas y con una voluntad destructiva de puentes rotos, Feijóo se presenta con ánimo conciliador, ofreciendo una política transversal, abierta, centrada en los problemas reales, despojada de excesivos condicionantes partidistas. Son, como se ve, posiciones antitéticas, dos maneras de entender el funcionamiento de la democracia. Sánchez piensa que a la derecha, ni agua, y Feijóo está convencido de que recuperar la concordia nacional sólo será posible sin Sánchez. Así está el tablero político.
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