Tribuna
Responder en cristiano a la situación
Escuchar a Jesús es promover la libertad religiosa y superar el laicismo que nos envuelve e impide la verdad y la justicia
Estamos viviendo una situación, sobre todo en el Occidente, léase Europa y España, que necesita luz y verdad, memoria de lo que somos que no podemos olvidar y es la raíz cristiana. Algunos han hecho o hacen una relectura de la historia a través de ideologías reductoras, olvidando lo que el cristianismo ha aportado a la cultura y a las instituciones del Continente, por ejemplo: la dignidad de la persona humana, la libertad, el sentido de lo universal, la escuela y la universidad, las obras de solidaridad. Sin infravalorar a las demás tradiciones religiosas, es un hecho que, como Europa, España se afirmó al mismo tiempo que eran evangelizadas. Y es un deber de justicia recordar que, hasta hace poco tiempo, los cristianos y la Iglesia, al promover la libertad y los derechos del hombre, han contribuido a la transformación pacífica de regímenes autoritarios, así como a la restauración de la democracia en Europa central y oriental. La Iglesia no pide en las relaciones con los poderes públicos, volver a formas de Estado confesional, sino que deplora todo tipo de laicismo ideológico y, en cierto modo hostil, y ofrece que nuestro mundo se abra a escuchar su mensaje, su palabra, en cuyo centro está Jesucristo. En la Cuaresma, concretamente en su segundo domingo, escucharemos los cristianos el pasaje de la transfiguración y las palabras «Este es mi Hijo, el predilecto, escuchadle».
¿Qué significa escuchar a Cristo? Es una pregunta que no puede dejar de plantearse un cristiano. ¿Qué significa escuchar a Cristo? Toda la Iglesia, cada cristiano, debemos dar siempre una respuesta a esta pregunta en las dimensiones y condiciones sociales, económicas y políticas que cambian. Debemos dar esa respuesta auténtica si no queremos correr el riesgo de tener como dios otras cosas y de comportarnos como enemigos de la Cruz de Cristo. La respuesta debe ser auténtica y sincera. Escuchar a Cristo en quien hemos conocido el amor que es Dios. Escuchar a Cristo en quien vemos y palpamos que Dios no ha permanecido indiferente a la suerte del hombre porque, Dios verdadero de Dios verdadero, Cristo, ha dado su vida por nosotros. Escuchar a Cristo que ha descendido a nuestra pobreza y nuestra menesterosidad, que ha entregado su propia vida, que ha venido a sanar a los enfermos y traer consuelo a los corazones desgarrados y afligidos.
Escuchar a Cristo que se ha identificado con los pobres, con los que sufren, con los que pasan hambre y sed, con los que no tienen techo o están privados de libertad. Escuchar a Cristo, que como el buen samaritano, se acerca al hombre caído, malherido, marginado, tirado en la cuneta, olvidado de los hombres, para curarlo y llevarlo donde hay calor y cobijo de hogar. Escuchar a Cristo que nos ha manifestado y dicho que Dios es amor, y que quien permanece en el amor permanece en Dios, en su gloria. Escuchar a Cristo para servirle orientando al mundo hacia el Reino definitivo de su Salvador.
Es la gloria que también vemos y palpamos en la Eucaristía: en el cuerpo de Cristo entregado por nosotros, en el memorial de la Cruz padecida por nuestra salvación, prueba y arras del amor de Dios hasta el extremo, en la sangre derramada por Cristo para nuestra reconciliación y como sello de la nueva y definitiva alianza de Dios con el hombre. Que nuestra respuesta sea de verdad la que brota de lo que estamos viendo y palpando, escuchando y acogiendo aquí, en el memorial de la Pascua del Señor y nuestra pascua, anticipada ya en la Transfiguración. Escuchar a Jesús y hacer lo que Él nos diga, escuchar a Jesús y hacer lo que Él nos dice es trabajar por la paz y la verdad. Escuchar a Jesús es promover la libertad religiosa y superar el laicismo que nos envuelve e impide la verdad y la justicia; esto es lo que creo que anima el pensamiento, vida y obras de mi buen y admirado amigo Jorge Fernández Díaz sobre quien parece cebarse algunos, pero que tan justamente ha dicho de él, sin embargo, Luis María Anson con sus palabras en su «Canela Fina» de ayer en este periódico «LA RAZÓN», y que suscribo enteramente, al 100%.
Antonio Cañizares Llovera es cardenal y arzobispo emérito de Valencia.
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