
V de Viernes
Reutilizar residuos atómicos
El reactor de ciclo cerrado se realimenta de la basura nuclear, haciendo que el combustible de uranio dure miles de años
Que el mundo entero está volviendo a la energía nuclear es un hecho incontrovertible. Lógico, porque no emite CO2 y es barata. Su principal inconveniente es que está afectada en su imagen por problemas de seguridad y almacenamiento de los residuos, objetivos a superar en los proyectos de mini-centrales atómicas de reactores de sal fundida, instaladas en barco o cerca del mar, que actúan como refrigerante, impidiendo que el reactor pueda explotar o incendiarse. Se abastecen de parte del combustible gastado, eliminando los residuos, al tiempo que generan agua desalada e hidrógeno. Aunque no en la misma proporción que el denominado ciclo cerrado, un sistema donde el combustible gastado de un reactor se reprocesa por encima del 95 por cien para recuperar el uranio y plutonio que no se han quemado, los cuales se reutilizan para fabricar nuevo combustible. Un proceso opuesto al de ciclo abierto de las centrales convencionales, donde el combustible gastado se considera un desecho que hay que almacenar bajo tierra, con las dificultades de acumulación que ello conlleva.
Algunos técnicos dicen que el ciclo cerrado sería el santo grial de la energía de fisión, algo que los científicos han perseguido desde el amanecer de la era nuclear. No confundir, en ningún caso, con la fusión nuclear. Las centrales actuales son de fisión, igual que las de combustible cerrado. La fisión libera energía al desintegrar el átomo. La fusión la genera en cantidades ingentes cuando se unen dos átomos produciendo plasma, en un proceso similar al que ocurre en el Sol, sin gases de invernadero y con muy poca cantidad de desechos radiactivos de vida corta. El mayor experimento de fusión nuclear del mundo es el ITER, ubicado en el sur de Francia, que busca replicar la energía de las estrellas en la Tierra.
Mientras eso llega, el ciclo de combustible cerrado en la energía de fisión (o sea, los residuos reciclables) parecen una solución intermedia. Una planta nuclear convencional usa el 0,7% del uranio, dejando un 99,3% de desechos. El reactor de ciclo cerrado los reutiliza, haciendo que el combustible de uranio dure miles de años.
Si se carga un kilo de uranio en un reactor así, no solo se obtiene electricidad y calor, sino que también se produce más de 1 kg de plutonio nuevo, quemando además cesio y estroncio radiactivos, causantes de los desastres de Chernóbil y Fukushima. Rosatom ha construido un reactor rápido que funciona con uranio-238 y lo convierte en plutonio-239 reutilizable. Parece que, hasta el momento, es el único sistema nuclear de ciclo cerrado en el mundo que entra en fase industrial.
USA, Japón y Francia han intentado ciclos de combustible cerrado con reactores enfriados con sodio, pero parece que ninguno ha logrado un diseño sostenible. El mapa mundial de la energía nuclear está cambiando de manera que la mayoría de los proyectos no están ya en Occidente, sino en China y Rusia, camino de superar a USA y Europa.
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