V de Viernes

La robótica cambia la agricultura

El uso de sensores, drones, autómatas y apps lleva al sector primario a un universo de producción sin límite y desconocido

Si alguien piensa que algún sector se va a quedar libre de la robótica, se equivoca. Dentro de diez años o menos, si ninguna guerra o nada grave interrumpe la actual dinámica de avance tecnológico mundial, hasta la agricultura más primaria estará digitalizada, controlada por la Realidad Aumentada (RA), que va a permitir plantar, cultivar y recolectar a cualquiera que quiera hacerlo, sin tener demasiados conocimientos, pues las máquinas lo harán todo. Incluso la planificación. O sea, no harán falta agricultores para cultivar, como tampoco médicos para operar o periodistas para escribir. O al menos eso nos dicen. Aunque suena irreal, cada día vemos cómo es más posible hacerlo sin mediar la mano del hombre. Sólo hará falta tener suficientes medios, pues la tecnología aplicable no es barata. Tal vez por eso habrá menos agricultores pequeños, y más fondos de inversión dedicados a la agricultura. Eso sí, se va a permitir que mediante RA se puedan monitorear y simular los cultivos. A través de las visualizaciones en 3D, se podrá (se puede ya) obtener información detallada sobre el estado de la plantación, identificar problemas, optimizar producciones. Gafas y cascos de RA serán útiles para saber lo necesario en tiempo real. Modelos virtuales permitirán experimentar con diferentes técnicas de riego, fertilización y control de plagas, sin arriesgar los cultivos auténticos, identificando diferentes estrategias de siembra, fertilización y manejo de plagas. Al poder abordar problemas rápidamente, quienes se dediquen a la nueva agricultura tomarán medidas correctivas, aplicarán pesticidas o herbicidas, corregirán las disfunciones antes de provocar pérdidas.

También la gestión del ganado en las granjas, al contarse con información sobre la salud de los animales, tipos de pastos, peligros para la manada, etc.

La realidad aumentada ha llegado y lo ha hecho para quedarse, aunque implicará desafíos. El primero, el coste. No siempre es posible que las empresas agrícolas inviertan en tecnología, pues además de la primera inversión hay que sumar el mantenimiento y la reparación, así como la formación a los trabajadores. También es un problema la adaptación de la infraestructura preexistente. Las empresas agrícolas habrán de invertir tiempo y esfuerzo en reconfigurar sus operaciones para ajustarse a la nueva tecnología. Además, algunas operaciones serán demasiado complejas o especializadas para adaptarse fácilmente.

Luego está el desafío de encontrar personal calificado para operar con RA, algo que en principio no puede hacer todo el mundo. Lo harán igual las máquinas a largo plazo, pero por ahora se necesita personal cualificado.

Un cambio total, no menor, que afectará por completo al manejo de los cultivos, razón por la que ya empiezan a escucharse críticas, que se suman a las manifestadas contra la Agenda Verde, denominada en el sector “soga verde europea”. El mundo rural no está preparado para una agenda digital que se impondrá probablemente de espaldas a los afectados, como ocurre ya con la European Green Deal.